24 de enero de 2011

DON DIABLO


Letra y música: José Cruz y Emilia Almazán (no se especifica en qué proporciones exactas).
Intérprete: Emilia Almazán.
Disco: Grabada para Radio Educación, luego se editó en un KCT llamado
El amor nos ha fallado, pero sólo parcialmente oficial.

¿Don diablo?
¿Dóndi hablo?,
¿qué número marqué?

Del otro lado
me contestaron:
“aquí habla Lucifer”.

Y las llamas,
y las llamas
para tomar el té.

Y las diablas
y los diablos
se toman más que el pie.

¡Cuánta niebla
en la tiniebla!
¿Dónde estoy?, no lo sé.

Me agarra, me toca,
me empuja, me palpa,
me estruja, me embrujan
las noches con fe.

Este fuego,
este fuego
no se fuega así.

Mi mamá
me mima
y me aconseja bien:

“no cedas,
no caigas,
no vayas a perder”.

Si el diablo anda suelto,
mejor yo me meto,
me tapo los ojos,
me pongo de hinojos,
¡no vaya a suceder!

¿Don diablo?
¿Dóndi hablo?,
¿qué número marqué?

Del otro lado
me contestaron:
“se equivocó usted”.

En el post anterior comenté los maravillosos resultados que se dan cuando dos artistas auténticos trabajan juntos. Don diablo es un buen ejemplo de ello. En una combinación curiosa, José Cruz, líder de Real de Catorce, colabora en la composición con la nunca suficientemente reconocida Emilia Almazán, que integró el grupo Un viejo amor (junto a Roberto González, Jaime López, Lupe Sánchez y en algún momento Cox Gaitán), del que, como ya se sabe, quedó como valiosísimo testamento el disco Roberto y Jaime. Sesiones con Emilia. El resultado de esta unión no podía ser sino esta rola magnífica, imaginativa, juguetona e ingeniosa. Cuando analicé en el otro blog el estilo humorístico de Mamá-Z, Jaime López, Rockdrigo, etc., señalé que el recurso del humor tiene doble filo, es riesgoso. Está a un paso de la superficialidad y la tontería, si carece de un verdadero fondo que lo sustente. Por suerte, esos y otros ejemplos muestran lo contrario. En el caso de Don diablo, los juegos de palabras parecen inofensivos, o peor aún: que su único sentido es sorprendernos y divertirnos. Pero no es así. Al igual que en Caite cadáver de Jaime López o Estoy cansado de Mamá-Z, hay un fondo inteligente y certero detrás. En este caso, una vez más, los deseos eróticos reprimidos. La llamada telefónica, anécdota central de la rola, se desarrolla en dos tiempos: primero, el imaginario, en que toman la voz los impulsos verdaderos, los anhelos de satisfacción, juego y placer consumado. Y segundo: el real, en que nada ha ocurrido, en que no se ha alterado ninguna institución, en que no se ha tocado a nadie, no se ha sentido a nadie, no se ha hablado con nadie. Cuando la protagonista imagina que el diablo mismo contesta, ensueño inspirado por el calambur sorpresivo (figura retórica que inevitablemente siempre hace recordar los de Xavier Villaurrutia, sobre todo en su gran poema Nocturno en que nada se oye) que crea su pregunta, se desata el deseo de una posibilidad abierta, nueva, un contacto íntimo con ese ser desconocido y fascinante al otro lado de la línea. Pero pronto la moral inyectada y los miedos creados por sociedad, madre y medio recuperan el control, disfrazados, como siempre, de autocontrol, y la conciencia apaga el incendio interno una vez más, justo cuando el interlocutor real contesta al fin: “se equivocó usted”. Así, la tentación, otra vez, recibe el castigo de la realidad frustrante, y el ángel caído del deseo propio se esfuma con la cola (y el tridente) entre las patas. Pero todo este fondo, más crítico de lo que se cree a primera oída, se expresa jugueteando con el lenguaje, porque aquí se trata de hacer ironía, y no postulado. Por ello, los calambures (“Don diablo, ¿dóndi hablo?”), la polisemia (“y las llamas, y las llamas para tomar el té”), las aliteraciones (“¡cuánta niebla en la tiniebla!”), los parónimos (“este fuego no se fuega así”) y la parodia al lenguaje infantil de la escuela (“mi mamá me mima, y me aconseja bien”) son los recursos que ironizan una realidad más densa, porque no se trata de revisarla, sino de expresarla como nadie antes, cumpliendo la exigencia fundamental del auténtico arte: la originalidad, pero también la inteligencia y el manejo ingenioso y fresco de las figuras retóricas, el dominio de la forma, para que no tengamos que agotarnos en una visión repetitiva de los problemas humanos. Para lo último está la cátedra, la tribuna, el diván, el debate, el artículo de fondo y hasta el púlpito. El arte está para lo primero, por más que les cueste entenderlo a tantos y tantos.
Como dije, no sé cuánto del mérito musical y letrístico pertenece a José Cruz o a Emilia Almazán, pero al menos en la música se nota la influencia bluesera de él. En Don diablo la maravillosa voz de Emilia, tan capaz para las armonías, los adornos y los coros, asume aquí su papel protagónico de la mejor manera, gracias a la melodía, sensual, sincopada, ondulante, que Emilia Almazán interpreta a la Big Mama Thornton, pero sobre todo al estilo de Memphis Minnie, en una especie de bluesesito rupestre, cachondo y mentiroso, en tono menor, que también recuerda Llévate lejos tu blues de Roberto Ponce, en versión de Callo y Colmillo, es decir, con Nina Galindo en la voz y Ponce en la guitarra acústica y los coros. Con sólo una ligera bajada más rápida en los estribillos, además de los magníficos requintos acústicos de Álvaro Guzmán (que también trabajó con León Chávez Teixeiro y otros músicos) sobre la guitarra rítmica de Almazán, la melodía de Don Diablo no tiene más pretensiones, porque parte de su encanto y espíritu es parecer tan inofensiva como la letra, hacer creer eso al escucha para conseguir la sorpresa final, y más aún, la del análisis más detenido. Por eso mismo, la sencillez de la música es la decisión más acertada pues, además, apoya el jugueteo, mientras esconde su bomba, como decía Emmanuel Carballo de la novela De perfil de José Agustín.
De esta manera, Don diablo es una lección de crítica mordaz, pero también de uso del lenguaje y sapiencia musical. A ver si con este tipo de lecciones al fin comprenden otros rockeros que lo que se dice, y lo que emociona lo que se dice, son sólo partes del sentido de una canción. Cómo se dice, con qué herramientas musicales y literarias, inteligencia, originalidad y frescura: ahí está el verdadero desafío.

4 comentarios:

  1. Hola, mi buen Pingüino, sin duda te refieres a Lupe Sánchez como integrante de 'Un Viejo Amor'. Un saludote y que rico ver desfilar por este blog más rolas 'inteligentes'

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  2. Gracias, estimado Rodrigo, me anda fallando la última neurona, como dijera Tuchmann. Error corregido.
    Un saludo.

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  3. Vientos huracanados, mi estimado Pingüino, magnifica canción, aquí dejo la liga para que bajen este disquito con los carnales de Rupestreando baja muy bien, http://rupestreando.blogspot.mx/2009/04/emilia-almazan-el-amor-me-ha-fallado.html
    aquí también esta el disco de “un viejo amor” aprovechen antes de que nos pase lo del MEGA.

    Sobre lo que comentas me trae a la mente una canción del buen Carlos Arellano, de su primer disco que así se llamaba, que sin ser una canción humorística si te saca una sonrisa con sus penalidades para componer una canción.

    “Rocanrolas Domesticas”

    De cara al foco de mi cuarto
    descubro al ojo fijo de los insomnios
    apapacho a mis fieles demonios
    y me niego a dormir

    repaso frases que he escuchado
    rumiando alguna torpe melodía
    imagino a una bronca batería
    dale y dale al tum tum

    y me tropiezo con canciones
    en el baño en el comedor
    en los siniestros callejones
    que equivocan mi habitación

    me salgo de la cama silbando
    una rolita de ese calvo sultán
    y me digo ahorita que hará?
    mientras yo prendo la luz

    despierto a mi zonza guitarra
    y anudo y desanudo la misma canción
    y sabe dios de que rincón
    sale este rocanrol

    y descubro mis canciones
    en el closet, en la cocina
    en las noches insomnes
    de café con aspirina

    reto a las palabras que no quieren salir
    les jalo los cabellos, les pico los ojos
    y maltratadas con sus despojos
    me fajo con esta canción

    esta tonadita como que la conozco
    este sonsonete creo ya lo escuche
    de donde digo yo, ve tu a saber
    hay algo por reconocer

    y me imagino canciones
    cuando escucho rocanrol
    en los profundos colchones
    que me sirven de sillón

    reviro la mirada y pienso
    si mis caseras rolas pueden subsistir
    al olvido de la calle, al ritmo febril
    a la memoria del peatón

    decido mandar todo al diablo
    y hacer canciones solo porque si
    aunque nunca tenga frente de mi
    miles, miles de seguidores

    y se me ocurren canciones
    entre caricias y besos
    entre los estertores
    a la hora del sexo.

    y me imagino canciones
    cuando escucho rocanrol
    en los profundos colchones
    que me sirven de sillón

    y descubro mis canciones
    en el closet, en la cocina
    en las noches insomnes
    de café con aspirina

    en las noches insomnes
    de café con aspirina.

    http://www.youtube.com/watch?v=2z8jCcF2aJY este es un cover de esta rolita, me gusta más la de Arellano pero este Mr. Danger, tiene lo suyo y debería haber más bandas tocando estas rolisimas rupestronas.

    Un saludo sonriente mi buen Pingüica, jejeje

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  4. Muchas gracias, amigo Margarito, y un abrazo de vuelta para ti. Salud.

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