16 de enero de 2011

D.F. BLUES

Letra: Jorge García.
Música: Adrián Núñez.
Intérprete: Follaje.
Disco: Ruta 100.

Viviendo en el D.F.,
es fácil darse color,
viviendo en el D.F.,
es fácil darse color
de que la vida vale poco
y venderse es lo común.

Es un blues capitalino
que se siente palpitar.
Es el blues capitalino
que se siente palpitar.
Nube gris, melancolía,
calles llenas de sudor.

La ciudad del reventón,
dime, ¿cuál es tu razón?
La ciudad del reventón,
dime, ¿cuál es tu razón?,
¿matar a nuestra gente
o buscar su solución?

D.F. blues,
en el tren hacia el sur.
D.F. blues,
en el autobús.
D.F. blues,
vive su albur.
D.F. blues,
cargando su cruz.
D.F. blues,
caminando pa’ atrás.
D.F. blues,
sin respirar.
D.F. blues,
con las bolsas sin luz

Los gringos, expertos en etiquetas, han acuñado el término One hit para designar a los grupos o solistas que sólo consiguieron una canción de éxito en su carrera (Paul Simon hace una estupenda y amarga autoironía de esto, en sus rolas Jonah y One-trick pony, y de hecho, en toda la injustamente menospreciada película homónima de ésta última canción). Eso se dice, por ejemplo, de Iron Butterfly con In-a-gadda-da-vida, de Peter & Gordon con A world without love (compuesta por Lennon y McCartney), de Turtles con Happy together, de Scott McKenzie con Flowers in your hair, etc. Muchos de estos y otros ejemplos son injustos, porque el éxito no sólo no se condice con la calidad del resto de su material, sino porque suele ser al contrario: más calidad, menor valoración de medios y público. Es más certero cuando se habla del pop comercial, porque ahí se trata de errores de cálculo mercadotécnico, dado que todo el material tiene la intención fundamental (y casi única) de las ventas. Ahí sí que los casos de One hit abundan, porque no hay una calidad que sostenga en el tiempo el golpe de suerte que tuvo alguna canción. Por su parte, no son pocos los casos en que los grupos mismos son los que se ponen la soga al cuello del hit único. En México, tenemos el caso de Caifanes y la horrenda Negra Tomasa, que les costó mucho trabajo sacudirse, y por largo tiempo. Pero en general el rock mexicano es tan raquítico, que ni para éxitos aislados da. Muchos grupos y solistas graban un solo disco en su carrera, como Tierra baldía, Quintana Roo, Juan Valdés, Nota Roja, MCC (luego se editó un segundo de demos añejos, ya con el grupo disuelto y tras la muerte de Mario Rivas), Daniel Tuchmann, Alejandro Pérez-Sáez (los dos últimos, rockeros a medias), Qual (oficial, sólo hay uno), Flor de metal, etc. Y como conté en el otro blog, muchos de los mejores músicos, ni siquiera eso. Por ello, más que hablar de One hit, lo que sí se da en el rock mexicano es una canción ligeramente sobresaliente, en medio de un material de irregular a pobre. No es que dicha canción sea completamente buena, sino que es la que refleja el máximo nivel que una banda o un solista lograron en su carrera. Ejemplos de ello serían Viajero de la Banda Bostik o Mi muñequita sintética de El Haragán, canciones un ápice más logradas que el resto de su material, pero que realmente no llegan a tener verdadero mérito, pues reflejan demasiadas limitaciones en el uso del lenguaje, la innovación armónica, y aun temática.
Otra canción que se ubica en esta última categoría es D.F. blues de Follaje. Como podemos ver, en México muchos grupos tanto del rock urbano como del blues caen en reiteraciones letrísticas y musicales que se han vuelto fórmula, a estas alturas, ya agotadísima (mucho de esto ya lo expliqué en el otro blog). Pero también padecen pobrezas en la ejecución instrumental y los arreglos. Es como si se aferraran a una condición marginal que por sí misma los legitimara. Nada más errado. Y los músicos que sí llevan ambos subgéneros a niveles altos lo demuestran (Betsy Pecanins, Briseño y Real de Catorce en el blues, y Cecilia Toussaint, Iván Rosas, Rockdrigo y aun Jaime López [que es indefinible] en la temática urbana, por poner algunos ejemplos). En todo caso, hay que reconocer que otros géneros en nuestro país no logran ni siquiera esas excepciones, como el punk y casi todo el heavy metal.
Pero volviendo a D.F. blues, es la canción sin duda más meritoria del grupo Follaje, banda que se coloca dentro de un estilo apegado a una estructura que de por sí cuesta enriquecer, como es el blues, dado su carácter absolutamente circular, y también por tratarse de uno de los géneros más añejos, por el que han pasado muchísimos músicos extraordinarios, pero que de alguna manera han agotado las posibilidades del género. Pero, por eso mismo, el desafío es mayor, y, por lo tanto, requiere un esfuerzo muy intenso para proponer algo nuevo, sin que deje de ser blues. ¿Imposible? Para nada, y así lo demuestra el reciente disco Sangre azul de Guillermo Briseño, como expuse en el otro blog. Pero Follaje nunca logró refrescar el género. Y de hecho, su mejor trabajo es el disco de blueses tradicionales en inglés Clásicos del blues, pues la ejecución técnica de la banda es sin duda mucho más lograda que la composición. Pero D.F. blues, sin ser una canción excepcional, logra zafar un poco del nivel sólo regular de Follaje. Quizá por ser de los pocos casos en que se alejaron del blues tradicional de tres acordes en séptimas mayores, y acudieron a una variante menos explorada en la historia del género: el blues en tono menor. Sin logar acercarse a canciones verdaderamente logradas en este estilo (como esos dos inmensos clásicos interpretados por Janis Joplin, Summertime de Du Bose Heyward, Dorothy Heyward, Ira Gershwin y George Gershwin, y Ball and chain de Big Mama Thornton, o en el caso del rock mexicano, La medicina, Azul o Pago mi renta con un poco de blues, todas rolas de Real de Catorce), en D.F blues el grupo Follaje suena correcto, apretado. Las armonías de las voces del guitarrista Lalo Chico (hoy con El Tri) y el buen armoniquero Jorge García son sencillas, pero bien acopladas. Los solos de requinto de la introducción y el intermedio no sorprenden, pero consiguen una discreta precisión, afianzada por el timbre limpio elegido, por lo que dejan una sensación grata, suave, ligera. Quizá esa liviandad no se condice plenamente con el tema de la letra, bastante más duro, pero los solos sí crean una atmósfera un poco melancólica, que lleva a imaginar el paisaje urbano vespertino que se narra. En este mismo sentido, la incorporación de unas percusiones (tumbas, tocadas por el ex Real de Catorce Severo Viñas) tampoco suena muy lógica, pero curiosamente también apuntala la canción, en una muestra de que una decisión poco razonable puede convertirse en un acierto accidental (de hecho, desde el punto de vista de la armonía, justo eso es el blues, como señalé en el post anterior). Quizá esto ocurre por la muy buena mezcla del ingeniero de sonido (no tengo el nombre a la mano), que ecualizó con mucho tino instrumentos y voces, apoyados por efectos bien graduados (sobre todo reverberación). Y también en una decisión rara, la guitarra rítmica acude a un rasgueo repetitivo rápido más propio del reggae que del blues, lo que igual aviva el arreglo. Todo esto hace que unas ejecuciones vocales e instrumentales sencillas, pero certeras, acaben armando un rompecabezas fresco y sensible, de una ligerísima tristeza que provoca un sopor catártico disfrutable.
Por el lado de la letra, es el punto débil de D.F. blues. Follaje acude primero a la enumeración, figura retórica simple, y que no se expresa con mayor aporte. Después, un par de preguntas retóricas demasiado transparentes, que marcan ese recurrente tonito moralista que suele ser un verdadero obstáculo para los grupos del rock urbano y el blues mexicanos, y que empobrece el estilo al anular toda posible elipsis. Sólo al final, al acudir a la repetición diseminada propia de muchos blueses clásicos, los versos cambiantes resultan un poco más distantes semánticamente, y eso la convierte sin duda en la mejor parte, en un cierre firme y atinado, pero de un poder un tanto tardío ante lo anterior.
Así, es una lástima que D.F blues no haya sido la rola que abriera el camino de la inconformidad y la búsqueda para Follaje, porque muestra que tenía el suficiente potencial para encaminarse al crecimiento. Se perdió en el camino de la fórmula musical gastada y la denuncia simplista, como lamentablemente suele pasar con el blues en México.

4 comentarios:

  1. Mi buen Pingüino:
    La letra es de Jorge García y la música del bajista Adrián 'El Oso' Núñez. La grabación y la mezcla la hicieron Enrique Castro y Alejandro González de Estudios Área quienes grabaron también 'Tocata Fuga y Apañón' de Armando Rosas y la Camerata Rupestre.

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  2. Muchas gracias por los datos, estimado Rodrigo, ya corregí los de la autoría. Este es uno de los cientos de LP's que perdí en una mudanza, por eso la falta de esos datos, y seguro me seguirá pasando. Ni modus...

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  3. Hey Pingüino,te faltaron datos de la rola D.F. Blues: Isidoro Negrete tocó el requinto principal y Julio Morán La batería.

    Atte.
    Isidoro Negrete

    P.D. Ojalá escuches el tercer disco de Follaje "Megalópolis" con los mismos integrantes de "RUTA 100".Espero tus comentarios. Saludos y gracias.

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  4. Muchas gracias por el aporte, estimado Isidoro, y qué gusto que los músicos sigan visitando estos espacios. Pero lo que más agradezco es que tú, como el buen Choluis de Trolebús, sepan respetar y apreciar una opinión crítica no tan favorable de su trabajo (curiosamente, le cuesta menos a los músicos mismos que a sus seguidores, como se ha podido ver reiteradamente en varios comentarios). Esa actitud sin duda alguna los engrandece. Agradezco que sepan apreciar que toda opinión busca centrarse en argumentos de peso, nunca viscerales, sino producto de análisis cuidadosos, siempre centrados sólo en las obras, nunca en la calidad de las personas, y con el respeto debido, y espero que con una buena intención notoria. Realmente gracias, estimado Isidoro (y a Choluis también).
    Por otro lado, en realidad la idea de estos análisis nunca es poner todos los datos de los grupos o solistas, sino centrarme en la letra, la música y la interpretación y ejecución de las rolas. Algunas veces sí señalo algunos, pero como apoyo para los análisis. No obstante, cuando aparecen, tanto por los lectores como por los músicos mismos, evidentemente enriquecen.
    Por último, no tengo el disco "Megalópolis", pero cuando lo obtenga, con gusto lo escucharé con mucha atención.
    Muchos saludos, y gracias de nuevo.

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