16 de febrero de 2011

CENZONTLE

Letra: Pablo Ulrich.
Música: Jaime López y Jorge
Coco Bueno.
Intérprete: Jaime López.
Disco: Cenzontle.

Tomo la pluma y la hoja de papel,
en este enfrentamiento,
en este arrebato de absurda fe.

Juego, cenzontle, a que te invento.
Ahora escucha: te cuento de mi ciudad.
El arcoíris tiene sus raíces
aquí,
en los botes de basura;
que esto tampoco te asombre:
también hay flores
insolentes, creciendo en nuestras
tumbas.

Generalmente aquí hace gris.
Generalmente tengo poco
que decir.
Generalmente, y desde siempre,
en los coros
desafino,
y en los dúos, ni voz ni voto.
Generalmente, y sin remedio,
igual que tú, cenzontle,
canto solo.

Despiertas, cenzontle, y son
cuatrocientas historias nocturnas
las que cuentan tus cuatrocientas voces
desgarradas.
Despiertas sabiendo
que te has restado un día y una voz;
pero qué importa, cenzontle:
tú, por favor, sigue cantando…

En otro caso de musicalización de un poema, Jaime López sorprende con Cenzontle. Y sorprende no sólo porque no ha hecho este tipo de contribuciones de manera habitual, sino porque su música es inquietante, osada como nunca (en buena parte gracias a la ayuda de Coco Bueno, así como de Roberto Villamil en los arreglos y la ejecución). Si para muchos la canción Eros es un hallazgo, al mostrarnos a un Gerardo Enciso progresivo, lejano al rupestre habitual, con Cenzontle estamos ante un López completamente experimental, vanguardista. Quizá porque la estructura del poema de Pablo Ulrich lo propició, Jaime explora, y se muestra musicalmente más libre que nunca. Y es que de por sí no es fácil musicalizar un texto ya listo (la gran mayoría de los compositores hacen primero la música, o al menos la crean a la par de la letra), pero, a diferencia de la auténtica letra de canción, el poema moderno de versos libres varía más su métrica, acude más a la estructura irregular. Por ello, una musicalización así no puede ser claramente definida, de melodía repetitiva reconocible. Incluso suele no apoyarse en estribillos, de modo que la estructura más flexible, o de plano la ausencia de la misma, es el único recurso al alcance para el músico, y la melodía se vuelve un ave que planea por el aire, sin repetir un trazo, sin pasar por el mismo punto. Eso recuerda Ángel de Sodoma de MCC y otras canciones volátiles. Pero sin duda Cenzontle es más radical, casi inaprensible, de no ser por un par de figuras musicales que sí se repiten: la de la guitarra en la introducción, que el piano de Coco Bueno revivirá justo al aterrizar después de su solo desatado y explosivo; y la de la última figura musical, que repite la misma secuencia de acordes que cierra las estrofas segunda y tercera. Este aparentemente raquítico recurso es el que en realidad hace a la rola más definida para el escucha, pues esas repeticiones son como barandales para poder asirse, y no caer en la vorágine de la música plenamente experimental, polifónica, llena de disminuidos y aumentados oscuros, o de plano atonal. Así, podemos ver que Jaime López igual sostiene el interés por crear una canción aprehensible, pese a que se atreve como nunca al experimento y la soltura melódica. Para lo segundo, las atinadísimas figuras de la guitarra eléctrica de Roberto Villamil, y sobre todo la espectacular ejecución pianística de Coco Bueno arman un arreglo atrevido, moderno, vanguardista, con tintes de free jazz, pero principalmente de música clásica moderna experimental. En una especie de fusión entre Liszt, Rachmaninoff, Shostakóvich y Guillermo Briseño, tras el término de la parte cantada (con la voz de Jaime jugueteando con agudos y hasta falsetes, como siempre) el solo de piano de Coco Bueno es eufórico, impetuoso, de una altura nunca igualada en el rock mexicano, de un lirismo potente, pero sin volverse plenamente caótico, y que llevará al escucha del desgarramiento volcánico al remanso melancólico de su impecable final, dulce y conmovedor. Así, la maravillosa música de la rola es como el vuelo del cenzontle: digno, a ratos firme y arriesgado, a ratos deshilvanado y doliente, pero siempre solitario.
Justamente es la soledad la piedra angular del poema de Ulrich. Pero no cualquiera: una vez más, estamos ante el tema del mundo del artista, duro, áspero, doloroso. A diferencia de la misma música, la danza, el teatro, etc., artes colectivas, la poesía pertenece al grupo de las artes solitarias. El poeta canta solo, como el cenzontle, sin enterarse nunca cómo afecta su canto al que se topará con sus versos. Justo por eso, la letra comienza con la eterna angustia del poeta ante la página en blanco (que es el tema central de la novela El libro vacío de Josefina Vicens, citada en el post anterior, así como de distintos poemas de José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra y tantos autores), porque se enfrenta a una búsqueda comunicativa que nunca pasa de ser un mensaje en una botella de mar. Ese cantar despiadadamente aislado propicia la analogía entre poeta y cenzontle. Primero, el pájaro es el colega confidente, que vive la misma soledad, y al que se le muestra el mundo del poeta, yermo, miserable, despoblado aunque esté lleno de maniquíes autómatas, en esa ciudad terrible (“el arcoíris tiene sus raíces aquí, en los botes de basura”), pero que también posee mínimas tibiezas (“también hay flores insolentes creciendo en nuestras tumbas”), auténticamente milagrosas, que se aferran a la existencia más allá de su sentido, como de alguna manera hacemos todos los hijos de la ciudad. A continuación, el cenzontle pasa de confidente a espejo: se convierte en el poeta mismo, que es el que posee esas características inconexas, perpetuamente ajenas (“generalmente, y desde siempre, en los coros desafino, y en los dúos, ni voz ni voto”). Por eso, cenzontle y poeta, cenzontle que es poeta, poeta que es cenzontle, son el mismo aislamiento cantado, sin esperanza ni fe de prójimo. Entonces, en la última estrofa Pablo Ulrich transforma el autorretrato inicial en una aparente etopeya del cenzontle, pero que es sólo un recurso estilístico para seguir reflexionando sobre la melancólica condición propia. No obstante, el poema cierra con la misma convicción casi irracional de todo poeta ante su realidad quebrada: hay que seguir cantando, aunque los porqués sigan sin respuesta. Y para aumentar esa angustia, ese sueño, esa tabla de náufrago, Ulrich acude a la deprecación (“pero qué importa, cenzontle: tú, por favor, sigue cantando”), que es en realidad un ruego a sí mismo, un aliento, un afán de resistencia, desesperado, sin más sostén que la necesidad de seguir cantando, aunque sólo sea para sí mismo.
De este modo, un poema profundamente emotivo y desgarrado (pero formalmente cuidado) se conecta con una música rebelde y casi inaprensible, y esa fusión aparentemente difícil en realidad arma una canción vanguardista y progresiva, fresca, ambiciosa, deliciosa en su sinuosidad compleja y vasta. Otra obra maestra del rock mexicano.

14 comentarios:

  1. Gracias Pingüino!
    Llevaba años esperando escuchar este poema, esta canción...
    Felicidades por tu gran trabajo y tu gran aporte!
    Gracias.
    Cesar.

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  2. Gracias a ti por tus palabras, estimado César. Me alegra mucho poder satisfacer un viejo deseo como el tuyo. Eso impulsa a seguir con el esfuerzo.
    Un gran abrazo.

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  3. Esta es otra canción de López que no conocía, pero además de conocerla me encontré con la sorpresa de que en ella participe Jorge Bueno, un cuate al que conocí cuando éramos compañeros de trabajo en una escuela donde él era el profe de Música y yo el de Historia y la neta ya ni me acordaba de él, aunque sí supe que había hecho algo con Jaime López.

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  4. Pues yo tampoco la había escuchado aunque ya conocía su existencia. A ver que tal!

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  5. Qué genial lo que cuentas, amigo Ariel. Coco Bueno tocó un buen rato con Jaime, y prticipó en el disco "15 demos" también, si mal no recuerdo...
    Muchos saludos.

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  6. Y al buen Alex, a ver que te parece, a'i nos cuentas.
    Saludos.

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  7. Coco Bueno, junto con Jaime, grabaron las rúbricas de entrada y salida del viejo "En el rol de todos los días". Una versión comprimida de la rola "Lo que te voy a contar", danzón de Jaime que canta accapella pero que para la rúbrica de entrada la cantó acompañado del Coco al piano. La rúbrica de salida fue el Coco tocando el danzón sin voz pero aderezando las cuerdas del piano con un manojo de llaves para que el sonido se acercara, según nosotros, al del clavecín.

    Mi buen Pingüino, en un momento te estaré enviando la rúbrica de entrada de "En el rol de todos los días" por si deseas ponerla en el blog como una rareza.

    salu2

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  8. Estupendo, estimado Rodrigo, será un placer. Conozco la rúbrica, porque, como tantos otros, era escucha fijo del programa, y fue una de las máximas fuentes para escuchar y grabar caseramente material del rock mexicano, sobre todo el inédito, y varios ejemplos ya han aparecido en los blogs, como tú sabes. En esa época, era prácticamente el único espacio de rock mexicano en los medios. Hoy no queda ninguno, lamentablemente, sólo apariciones esporádicas, que muchas veces uno se pierde justo por no tener horario fijo.

    Un abrazo, y muchas gracias por tu generosidad.

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  9. Suave, Zar de las letras Pingüino Elemental, tengo el disco pero la neta nunca le había encontrado el gusto, también me pasa con “el general constante” que no logro encontrarle el sabor, ahora que la escucho y con tus acertados comentarios, la redescubro y me apena haberla “aventando” al olvido.

    Un abrazo mi estimado Pingüino.

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  10. Estupendo, amigo Margarito, a mí me ha pasado muchas veces algo similar. Por ejemplo, recuerdo con vergüenza, cuando estudiaba la carrera, haber comentado ante un amigo de cursos superiores, y un desconocido compañero suyo, mi fastidio al tener que analizar el poema "Correspondencias" de Baudelaire, porque había muchos otros suyos que me parecían muy superiores. El amigo suyo, extraño para mí, me dijo que ese poema era el pilar en el que se centraba toda una teoría literaria, la del simbolismo, por lo que su importancia histórica era absoluta. Con el correr del tiempo supe que tenía toda la razón, y que yo había sido un cretino bocafloja, producto de mi novatez. Por eso, entendiendo la formación profesional como una herramienta para ayudar a otros a valorar y disfrutar mejor el arte (y jamás como ego que restregar en las caras ajenas), intento hacer en estos espacios algo parecido a lo que ese desconocido hizo por mí...
    Por eso, amigo Margarito, no soy ningún Zar, sino por suerte un cosaco más en la taberna, hablando de lo que disfruta desde el mínimo conocimiento que le permite su embriaguez, ja, ja.
    Un abrazo.

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  11. Pingüino Elemental, Jorge "El Coco" Bueno falleció el miércoles 12 de febrero de este año. Gracias a él, como su estudiante de música en los ochenta, en la Academia de la Danza Mexicana, aprendí, desde la teoría musical y el contexto sociohistórico, los aportes al Rock mexicano —en los años ochenta— de todos esos músicos que rememoras en tu blog. Felicidades por tu blog. Me gusta harto.

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  12. Mil gracias por informarme, estimada Sandra. Justo ayer me lo había informado ya Rodrigo de Oyarzábal en los comentarios de "Lo que te voy a contar (rúbrica)", en este mismo blog, y le decía en respuesta cuánto lamento la noticia, porque la pérdida nuestra -la de los seguidores del rock y la buena música- es la que duele, por el gran espacio que deja sin cubrir Coco Bueno. Realmente una pena...
    Muchos saludos, gracias de nuevo, y ojalá nos sigas visitando y aportando tus comentarios.

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  13. Gracias por tu respuesta, Pingüino Elemental. He leído la información que me comentas y, al igual que Rodrigo de Oyarzábal, buscando información del tan querido Jorge "El Coco" Malo, como yo le decía, me encontré con tu blog, cuya información es muy valiosa porque estoy tratando de armar un seminario permanente, extracurricular, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México sobre historia del Rock y los principales subgéneros que han ido naciendo de éste, sus contextos y propuestas. Me parece importantísimo que las jóvenes generaciones conozcan, aunque sea de manera muy general, los antecedentes de las propuestas musicales que hoy escuchan. Tu blog contiene información contundente sobre el Rock en México, la cual, con su respectivo crédito, tomaré, por lo que he decidido que tu blog será una herramienta de consulta básica para la chamaquiza. Este afán de compartir, con quien se deje, lo que hemos ido aprendiendo los melómanos, lo adquirí, justamente, de nuestro adorado Coco, quien marcó a generaciones de bailarines y bailarinas por más de treinta años en la Academia de la Danza Mexicana. Desde que fue mi maestro, allá por la primera mitad de los ochenta, no dejé de verlo y fui testigo de que jamás abandonó su pasión y capacidad expresiva (con las notas y las palabras). Incluso, fue Jorge quien me sugirió, hace unos años, abrir ese seminario en la universidad. Desde hace unos meses he comenzado a quebrarme la cabeza buscando información en libros, documentales, revistas y la red, para diseñar dicho seminario que, no está de más decirlo, va por Jorge y por esos músicos que, aún presentes o ausentes, han trascendido históricamente en esta maravillosa aventura llamada música. De nuevo, agradezco tu respuesta y tu solidaridad frente a la pérdida de un ser tan amado y admirado como lo es el buen Coco.

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  14. Mil gracias a ti, estimada Sandra, y será un honor que mis blogs sean tomados en cuenta para la formación musical, literaria y cultural en general de los estudiantes. Esa es justamente mi labor cotidiana como profesor, así que, si estos trabajos también aportan para ello, me alegro muchísimo.
    Muchos saludos, y suerte en tu valiosa labor.

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