1 de abril de 2011

LA FORMA DE LAS COSAS POR VENIR


Letra y música: Barry Mann y Cynthia Weil.
Intérprete: Max Frost and The Troopers.
Disco: Shape of things to come.




SHAPE OF THINGS TO COME

There’s a new sun
risin’ up angry in the sky,
and there’s a new voice
sayin’: “we’re not afraid to die”.
Let the old world make believe,
it’s blind and deaf and dumb,
but nothing can change the shape of things to come.

There are changes
lyin’ ahead in every road,
and there are new thoughts
ready and waiting to explode.
When tomorrow is today,
the bells may toll for some,
but nothing can change the shape of things to come.

The future’s comin’ in, now
sweet and strong.
Ain’t no-one gonna hold it back for long.

There are new dreams
crowdin’ out old realities.
There’s revolution
sweepin’ in like a fresh new breeze.
Let the old world make believe,
it’s blind and deaf and dumb,
but nothing can change the shape of things to come…


LA FORMA DE LAS COSAS POR VENIR

Hay un nuevo sol
naciendo furioso en el cielo,
y hay una nueva voz
diciendo: “no tenemos miedo de morir”.
Deja que el viejo mundo haga creer;
está ciego, sordo y mudo,
pero nada puede cambiar la forma de las cosas por venir.

Hay cambios
esperando frente a todos los caminos,
y hay nuevos pensamientos
listos y esperando para estallar.
Cuando el mañana sea hoy
las campanas podrán doblar por algunos,
pero nada puede cambiar la forma de las cosas por venir.

El futuro está llegando ahora,
dulce y fuerte.
Nadie va a detenerlo mucho tiempo.

Hay nuevos sueños
desplazando viejas realidades.
Hay una revolución
radical como una fresca brisa novedosa.
Deja que el viejo mundo haga creer;
está ciego, sordo y mudo,
pero nada puede cambiar la forma de las cosas por venir…


Siguiendo la mayor libertad que permite este nuevo espacio, presento aquí una primera rola en inglés. Pero lo hago por la importancia que tuvo en un momento de la cultura popular mexicana. Shape of things to come, traducida como La forma de las cosas por venir (o La forma de las cosas que vendrán, y aun La forma de lo que vendrá, porque, como bien dice José Emilio Pacheco, las traducciones en realidad son aproximaciones, y por cierto, mi inglés es sólo regular) es de esas canciones que muchos reconocen, pero pocos saben el título, el autor o cualquier otro dato. Es lo que se suele llamar “desconocida célebre”. ¿Por qué pasa con esta canción? Porque en una época de la televisión mexicana la oíamos permanentemente, ya que era la rúbrica con que cerraban todos los gags del programa cómico Ensalada de locos (hoy mismo la seguimos escuchando, gracias a las repeticiones en cable). Pero como dije, pocos saben los datos, ni mucho menos de lo que se trata la rola. Y es una lástima, porque representa bastante bien el espíritu de su momento histórico: la psicodelia y la época hippie. La letra de Shape of things to come anticipa el irremediable cambio que estaba llegando, cultural, social, político, para un mundo que, como siempre, no estaba preparado para ello. Pero no es de extrañar: el mundo, la sociedad, nunca están preparados para los cambios. De ahí que esgrimir ese argumento para justificar que no se implemente una renovación legal, ética, sexual, y en una palabra, de las libertades, se cae por su propio peso, porque significaría esperar lo que nunca llegaría por sí mismo. Es sólo gracias al atrevimiento, a la rebeldía, a la protesta y aun a la desobediencia civil de algunos (y que van creciendo en número poco a poco) que se mueven las sociedades. Como bien dice Guillermo Briseño, la libertad no se pide: se toma por asalto, porque las estructuras de poder (llámense empresarios, familia, religión, partidos políticos, sindicatos charros, medios de comunicación, etc.) no lo permiten, no renuncian a los privilegios, a los mecanismos de control que sostienen su status. Ese mundo “ciego, sordo y mudo”, que pretende convencernos de su estabilidad (la famosa y falsísima “paz social” del viejo régimen priísta), no podía acallar una verdad que se imponía: que, como decía Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando (otra visión del mismo tema de Shape of things to come, como había varias en esa época, lógicamente). Por ello, la frase principal de la canción sigue siendo cierta para todas las actitudes reaccionarias: “nada puede cambiar la forma de las cosas por venir”. Y como suele ocurrir con la terquedad humana, la verdad de esa frase, pese a su recurrencia en la historia, que se ha impuesto una y otra vez, no impide que la inmovilidad obsoleta siga oponiéndose a la mente abierta, al pluralismo, a la visión diferente. Y esa obsolescencia es el verdadero castigo, como afirmaba Carlos Monsiváis, como ya conté. La historia se cobrará, y por ello, “cuando el mañana sea hoy las campanas podrán doblar por algunos”, campanas de sacrificio por los que nunca se renuevan, condenados a la extinción que impone el tiempo, porque “nada puede cambiar la forma de las cosas por venir”. Obviamente sé que es al menos discutible si las fuerzas conservadoras no vencieron finalmente los principios de la generación hippie, no sólo cuando uno recuerda el suceso final, de violencia, intolerancia y oscuridad, que terminó con esa época: el concierto de Altamont, sino al revisar los caminos por los que se fue el mundo, hasta hoy (consumismo, fin de las ideologías, neoliberalismo, música comercial como único referente en los medios, etc.). Pero lo que sí es innegable es la herencia musical, cultural y artística en general que las obras de la psicodelia dejaron, su alta calidad, su dignidad ética y sus hallazgos formales, sonoros, literarios, plásticos, etc.


El fondo intenso y firme de Shape of things to come, casi desafiante, se presenta de manera más bien directa en su estilo poético. Pero obviamente hay que tomar en cuenta el contexto histórico de la rola (grabada en 1968). La experimentación de la psicodelia plena en el lenguaje poético se estaba gestando aún. Pese a que ya se habían publicado el Sgt. Peppers de los Beatles, Pet sounds de los Beach Boys y tantos otros discos fundamentales, todavía un buen sector de los compositores de la psicodelia no habían asimilado del todo la búsqueda de imágenes insólitas y desafiantes para la interpretación; sobre todo los que venían del folk y la canción de protesta, para quienes el fondo seguía siendo lo más importante. En el caso de Shape of things to come, hablamos de una pareja de esposos compositores de amplia trayectoria, Barry Mann y Cynthia Weil, que venían incluso de la época del rock’n’roll, pese a su juventud. Por ejemplo, son coautores, junto a Phil Spector, de una de las canciones más exitosas y versionadas de todos los tiempos: You’ve lost that lovin’ feelin’, cantada por The Righteous Brothers en su versión más famosa (y de la que por cierto Naftalina hizo un magnífico cover libre: A los states con los cuates, que pronto analizaremos por aquí). De ahí que formaran parte del estilo todavía más tradicional, aunque se pueden apreciar ya en sus líneas algunas imágenes poéticas muy bien logradas, como la principal ya mencionada, de carga aun filosófica, pese a su aparente sencillez.


Por el lado de la música, hay que decir primero que el grupo que interpreta Shape of things to come, Max Frost and The Troopers, es también un grupo sui géneris, casi fantasma, porque en realidad no existía como tal, sino que se armó con músicos de estudio para grabar la banda sonora de la película Wild in the streets de Barry Shear. De hecho, Max Frost en realidad es el nombre del personaje central de la película, y no el del cantante de la rola (Paul Wibier). Pero como a los músicos les gustó mucho el resultado, decidieron completar un álbum, único en su fugacísima carrera. Y para quien guste del sonido hippie, todo el disco es sorprendentemente magnífico, de ejecuciones impecables, en las que se nota que hablamos de músicos de estudio. Si bien Shape of things to come suena más cercana al rock más energético, sobre todo de la Ola inglesa, como lo muestran el riff del bajo y las figuras del requinto introductorios, la voz de Wibier y los pequeños detalles armónicos, más el espíritu de la letra, le imprimen esos chispazos de la psicodelia más reconocible basada en las guitarras eléctricas (suenan más cercanos a Eric Burdon and The Animals, Jefferson Airplane y Canned Heat, por ejemplo). Y gracias a la melodía, armada con el pequeño círculo de acordes crecientes, la energía ascendente de la interpretación refleja perfectamente la fuerza del fondo de la letra, esa actitud desafiante, nacida de la convicción, la necesidad de ruptura y la frescura de las ideas.


Por ello, Shape of things to come es una pequeña joya, una “desconocida célebre” que hay que revalorar, sobre todo para que su familiaridad para los mexicanos (de cierta época, al menos) se vuelva una grata sorpresa, junto con el resto del único disco que nos legaron Max Frost and The Troopers.

1 comentario:

  1. Otra versión de este post aparecerá en el nuevo proyecto radiofónico -y el nuevo blog relacionado- de Rodrigo de Oyarzábal sobre la historia de la sicodelia, gracias a la generosa invitación que me hizo para colaborar (y espero que habrá otros análisis, que no aparecerán por aquí, sino que serán exclusivos para su blog). Por ahora el blog es de acceso restringido hasta que esté listo, ya con el programa al aire, como podrán enterarse en su otro blog, que recomiendo en la lista de los "Blogs recomendables". Pero se los recomiendo ampliamente.

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