Letra: Poema prehispánico anónimo de Huexotzingo.
Música: Arturo Meza.
Intérpretes: Carmen Leñero y Arturo Meza.
Disco: No vayamos a irnos sin el mar.
Sin duda eres ave roja del dios.
Sin duda eres rey del que da vida.
Vosotros, los primeros que mirasteis la aurora,
aquí cantando estáis,
aquí cantando estáis.
¡Esfuércese en querer mi corazón
sólo flores de escudo: son las flores del sol!
¡Nada será mi nombre algún día!
¡Nada será mi fama en la tierra!
¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Qué hará mi corazón?
¿Es que en vano venimos, brotamos en la tierra?
De modo igual me iré
que las flores que fueron pereciendo.
De modo igual me iré…
Tanto por época, como por distancia, es absolutamente imposible que las civilizaciones grecolatina y prehispánica nahua hayan tenido contacto alguno. Sin embargo, hay dos coincidencias notables entre ambas culturas antiguas; una muy sorprendente, y otra más bien lógica. La primera, sorprendente, es una única palabra común entre el griego y el náhuatl; es decir, que coincide tanto en su significante, como en su significado. Que una palabra se diga y signifique lo mismo entre dos lenguas sin parentesco podría ser curioso, pero nada más. No obstante, no deja de impresionar que la palabra de la que hablamos sea Dios, que tanto en griego como en náhuatl se dice Teo (del griego vienen teocracia, teología y ateo, y del náhuatl vienen teocalli y Teotihuacán, por poner sólo algunos ejemplos). Pero a pesar de esta sorprendente coincidencia, sin duda se trata sólo de eso justamente, de una mera casualidad, y eso lo prueba precisamente que no existe ninguna otra palabra común (se necesitarían muchas más para suponer una influencia u otra explicación fuera del azar). La otra coincidencia, ésta sí lógica, es una preocupación existencial entre ambas culturas: el llamado carpe diem latino; es decir, el afán de aprovechar al máximo cada día de la vida, justo porque es fugaz, porque terminará inevitablemente. Y es una coincidencia lógica, porque refleja una preocupación humana, más allá de razas, credos, épocas y posturas filosóficas, así que no es de extrañar que dos civilizaciones antiguas, sabias y profundas, hayan reflexionado ampliamente al respecto, más allá de sus diferencias puntuales. Así, Horacio y Netzahualcóyotl, por citar dos de los nombres más importantes de ambas literaturas, concluyeron algo similar: que hay que exprimirle el jugo a la existencia antes de que todo termine, porque, aunque ambas culturas tenían una fe en la vida después de la muerte, la angustia de esa falta de certeza no dejaba de filtrarse en su poesía y en su filosofía. Y si los grecolatinos buscaban la trascendencia ante la muerte en la obra perdurable y en las hazañas heroicas, los nahuas se centraban en el goce de los placeres sencillos: las flores, los amigos, los cantos, antes de partir de la tierra, al Tlalocan, la Casa del sol o el Mictlán (hay que recordar que, antes de la moral judeocristiana impuesta por los españoles, que fijaba el destino tras la muerte de acuerdo al comportamiento, los pueblos nahuas, especialmente los aztecas, lo explicaban de acuerdo al tipo de muerte). Pero no dejan de ser búsquedas similares de un sentido de la vida.
En un nuevo caso de musicalización de un poema, Arturo Meza rescata Misión del poeta, un poema anónimo de la zona de Huexotzingo (que aparece en los famosos Cantares mexicanos, pero también hay una versión en la compilación Trece poetas del mundo azteca de Miguel León-Portilla). En él, el tema del carpe diem se muestra como una mínima rebeldía ante la fugacidad de la vida: “¿es que en vano venimos, brotamos en la tierra?”. Pronto esa duda se responde a sí misma: “de modo igual me iré que las flores que fueron pereciendo”, dolorosamente, pero con cierta resignación, al pensar que el goce de la naturaleza le da sentido, y sobre todo que la misión del poeta, esa “ave roja del dios”, ese “rey del que da vida”, es trascendente, al menos como esperanza: “¡nada será mi nombre algún día! ¡Nada será mi fama en la tierra! ¡Al menos flores, al menos cantos!” (hay que aclarar que el sentido de este poema se ve más claro en la versión original, porque para efectos de la musicalización, Arturo Meza altera un poco el orden de los versos, además de cambiar alguna palabra, versión que ocupamos aquí). Obviamente este fondo ontológico profundo se expresa con el estilo poético sencillo de los pueblos prehispánicos nahuas, de metáforas ligeras, ingenuas y cristalinas, pero altamente emotivas, que deben valorarse de acuerdo con su contexto histórico.
Por el lado de la música, hablamos del primer disco solista de Arturo Meza, en el que todavía se refleja plenamente su trabajo de pleno etnorrock (como en Canto triste, Flores nuevas, Quetzal, etc.) y la fusión con la música barroca, renacentista y medieval (a esta categoría pertenecen Anael, Amar por amar y Al amor fraterno), más que la creación de canciones más tradicionales de posteriores discos (aunque nunca ha dejado de explorar ambos estilos). En Misión del poeta, Meza centra el arreglo en los teclados atmosféricos, que toca el invitado José Luis Fernández Ledesma, uno de los tecladistas más importantes del rock mexicano, como dijimos en el otro blog. Por su parte, Meza incorpora distintos instrumentos de cuerda y percusión, que enriquecen la rola en los momentos precisos en que el sonido profundo y antiguo europeo de los teclados se fusiona con la música indígena tradicional en los cambios de ritmo, en la sencilla figura con que cierran las estrofas. El etnorrock, esa rama del progresivo tan explorada en México (por extraordinarios músicos y grupos como Tribu, Jorge Reyes, Antonio Zepeda, Humberto Álvarez, etc.), que define puntualmente varias rolas de No vayamos a irnos sin el mar, encuentra en Misión del poeta el equilibrio con esa variante medieval y renacentista (que por su parte define a otras rolas del disco). Para ello, inteligentemente Arturo Meza elige el tono menor como estructural, pero en ese cierre de estrofas acude a un derivado mayor, y así la ambivalencia musical encuentra un cauce perfecto, natural. Y si a eso le sumamos la extraordinaria interpretación vocal de la invitada Carmen Leñero, cuyo timbre es aterciopelado y a la vez profundo (como vimos en el análisis de La víbora, en el otro blog), se realza aún más el poder de la fusión, en una nueva muestra de colaboración entre músicos de alta capacidad y talento.
Por ello, Misión del poeta es una gran canción de fusiones, entre la sensibilidad prehispánica del poema nahua, la fuerza de la música tradicional indígena, la reposada influencia de la música europea antigua, la identidad más moderna del rock progresivo, y las ejecuciones impecables de Meza, Ledesma y Leñero. Una joya.
Orales, No sabia que era Carmen la que cantaba esta excelente rola, Excelente análisis, Don Pinguino, como siempre!!! Saludos.
ResponderEliminarMil gracias, amigo Alex. Muchos saludos también.
ResponderEliminarNi idea tenía de que existiera esta canción, estoy descubriendo que tienes tesoros invaluables en tu colección y que chido que los compartas y los des a conocer.
ResponderEliminarEstas asociaciones de dos o más artistas talentosos suelen ser bendiciones para los oídos y esta no es una excepción, de tu texto no puedo más que decir que disfruto mucho tus escritos y siempre me enseñan algo.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Ariel, y ya sabes que opino exactamente lo mismo de tus blogs, que me han hecho conocer material muy valioso, a través de tus magníficas reseñas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Excelente análisis pingüino, es de las rolitas más bellas que conozco del Meza.
ResponderEliminarSólo el dato de que el disco "No vayamos a irnos sin el mar" fue grabado originalmente en 1984 en disco acetato y que la versión que circula es una nueva edición (nuevas grabaciones) de 1994 que salió en CD. Las rolas que conocemos en el CD, pues, corresponden a nuevas versiones de las canciones originales. Sin embargo, hay tres excepciones en el CD que corresponden a las versiones originales del disco acetato: "Anael", "No vayamos a irnos sin el mar" y la referida "Misión del poeta". Así, pues, esta versión que escuchamos de la canción es la original, la de 1984, la única que ha grabado el Meza, por lo que no existe otra versión en la que cante Arturo sin Carmen Leñero.
Bueno, eso es lo que sé yo. La grabación del disco original ya circula afortunadamente en internet y es excelente, en mi opinión vale mucho la pena escucharla para los que disfrutamos del Meza, aquí está http://zoni-luz.blogspot.com/2010/10/no-vayamos-irnos-sin-el-mar-1984-vinilo.html
Vientos por tan chidos análisis.
Muchísimas gracias por la aclaración, estimado Alfonso, y qué bueno tenerte de vuelta por acá. Ya corregí el dato. Lo que ocurrió es que varias páginas de internet señalaban que había otra versión con voz del Meza, pero gracias al material que recomendaste, del blog del buen amigo Zoni (que por cierto está entre los recomendados aquí), pude corroborar lo que cuentas. Seguro la confusión es por las versiones de "Canto triste", que ahí sí hay una en voz de Carmen y otra en la de Meza.
ResponderEliminarHe de confesarte que no suelo apoyar las versiones corregidas, que suelen atentar contra el espíritu de la obra original (caso muy lamentable para mí es la nueva versión de "El principio del placer" de José Emilio Pacheco, con cambios muy desfavorables a mi juicio). Pero para mí todos los cambios que realizó Meza en la versión del CD me parecen acertadísimos, porque pasó de ser un disco disparejo, a uno muy equilibrado, de arreglos muy enriquecidos y que adquirió una unidad conceptual impecable. Como siempre, eso le costará trabajo aceptarlo a quien conoció primero la versión original, pero una comparación detallada creo que le da la razón a Meza, y mostraría su gran capacidad de autocrítica, de verdadero artista. Pero en fin, es opinable.
Un abrazo, amigo Alfonso, y gracias de nuevo.
Mil gracias :)
ResponderEliminarNo dices de qué, estimado Videos de golpes, pero en todo caso, nada que agradecer, al contrario, gracias por la visita.
ResponderEliminarMuchos saludos.
Gracias por tan padre análisis
ResponderEliminarGracias a ti, estimado Anónimo. Muchos saludos.
ResponderEliminarPocas de las canciones que comentas aquí y en tu otro blog me son conocidas y en verdad es muy rico ir revisando entradas al azar, sin ninguna expectativa en particular, y encontrarse joyitas como esta que vaya que no tienen desperdicio alguno.
ResponderEliminarUn saludo y mucho ánimo con esta labor difusiva que vas llevendo.
Mil gracias por tus palabras, estimado Herbert, y qué gusto verte de vuelta por acá. Me parece estupendo el método azaroso que usas para leer los blogs. Yo acudo seguido a ese tipo de juegos, aunque también valoro y me impongo lo estructurado para ciertas cosas, porque suelo dispersarme.
ResponderEliminarMuchos saludos.
Mil gracias a ti por tus palabras, estimado Juan. Y de hecho me disculpo por haber tardado tanto en agregar tu blog a la lista de recomendaciones. Lo conocía hace tiempo, y la intención de agregarlo tenía también un buen rato, pero siempre se me olvidaba a la mera hora. Por suerte al buscar un material lo re-visité, y ahí decidí agregarlo al instante, para no volver a olvidarlo.
ResponderEliminarYo creo que mi trabajo es el complementario de espacios como el tuyo. Pero bueno, digamos simplemente que se complementan, así que es un gusto compartir intereses e intenciones, amigo Juan. Yo también te agradezco mucho el trabajo que te das para compartir la música, porque sé que no es fácil y requiere esfuerzo, tiempo y demás.
Un abrazo, mucha suerte, y seguimos en contacto.
Otra pregunta, Pingüino. ¿Qué opinas de la poesía de Amado Nervo?
ResponderEliminarIgual que Manuel Acuña, Bécquer u Oscar Wilde, es literatura que ha envejecido muy mal. Si uno ve, por ejemplo, "El abanico de Lady Windermere", lee el "Nocturno a Rosario" y el peor de todos, ese himno a la actitud acrítica llamado "En paz" de Nervo, por momentos caen en lo ridículo. Obviamente siempre hay que tomar en cuenta su contexto, pero mucho me temo que si han envejecido tan mal es justo porque ya fallaban en su propio tiempo, y si alguien no lo cree, basta con comparar con obras de otros autores de su época (y aun anteriores).... Recuerdo un capítulo de "Rayuela" de Cortázar, en que Oliveira lee un libro que estaba leyendo la Maga, e intercala frases del mismo (es de Galdós, si no recuerdo mal) con sus reflexiones críticas mordaces. Revísalo, y verás mejor lo que te comento...
ResponderEliminarUn abrazo.
De que habla rste poema???
ResponderEliminarAh, caray, no sé si sea broma tu pregunta, estimado Unknown, pero la respuesta es: de todo lo que dice este post, precisamente...
ResponderEliminarSublime, muchas gracias por el contexto.
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