18 de abril de 2012

RAMBO

Letra y música: Joaquín Sabina, Antonio Carmona y Javier Gurruchaga.
Intérprete: La Orquesta Mondragón.
Disco: Ellos las prefieren gordas.

¡Qué horror,
no me atrevo a imaginar
si no tuvieramos a Rambo!, ¡oh, Rambo!

¡Qué confusión!,
¡qué frenesí!,
¡necesitábamos a Rambo!, ¡oh, Rambo!

¡Ved como huyen
las fuerzas del mal
gracias a Rambo!, ¡oh, Rambo!

¡Por tu ciudad
desfilarán los rusos
si nos falta Rambo!, ¡oh, Rambo!

¡Como Siberia
sería Nueva York!,
¡no habría Orquesta Mondragón!

Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!
Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!

¡Los niños
a que íbamos a jugar
si no imitáramos a Rambo!, ¡oh, Rambo!

¡No habría
monjas sin violar
si no las defendiera Rambo!, ¡oh, Rambo!

¿Quién por vosotros
ha muerto en la cruz?:
sólo el gran Rambo, ¡oh, Rambo!

Sida, McDonald's,
rock’n’roll:
exija la etiqueta Rambo, ¡oh, Rambo!

¡Como Siberia
sería Nueva York!,
¡no habría Orquesta Mondragón!

Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!
Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!

¡Como Siberia
sería Nueva York!,
¡no habría Orquesta Mondragón!

Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!
Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!
Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!
Rambo, Rambo, Rambo, Rambo, Rambo,
¡oh, Rambo!


Aunque a uno le pese a veces, dados los malogrados resultados (salvo honrosas excepciones), los cineastas tienen derecho a tomar las obras literarias y hacer una versión diferente en sus películas, pues sólo “se basan” en ellas. Hay casos de adaptaciones casi literales, como A clockwork orange de Stanley Kubrick sobre la novela homónima de Anthony Burgess, así como otros donde los cambios son significativos, pero cuyo nuevo resultado es tan brillante como la novela original, como ocurre con Apocalypse now de Francis Ford Coppola, sobre la novela El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad (Coppola le cambió el contexto a la guerra de Vietnam, con excelentes resultados). No obstante, en general el énfasis en lo visual que exige el lenguaje cinematográfico, así como sus intereses generalmente más comerciales, dado que pertenece a una industria muy potente (no como la literatura, en comparación), terminan anulando buena parte de los méritos artísticos que poseía la novela, el cuento o la obra de teatro en que se basan muchas películas (problema que obviamente no padece el cine de autor o el que se basa en guiones originales, pensados para el cine).
El caso de la exitosísima película Rambo es muy particular. Pocos saben que se basa en una novela, la obra First blood de David Morrell, y que posee tantos cambios respecto a la fuente original, que cuesta reconocerla en la pantalla. El libro de Morrell pertenece a la llamada novela negra, es decir, la que sondea el lado oscuro, marginal y corrupto de una sociedad, ya sea a través de una historia policíaca, de espionaje, de misterio o suspenso, donde hay sangre, sexo más bien sórdido, violencia, mafias, instituciones infiltradas por poderes turbios, etc. En el caso de First blood, la obra se deriva de uno de los 4 grandes traumas históricos de la sociedad estadounidense, a mi juicio: la guerra de Vietnam (los otros tres serían: primero, la sensación permanente de falta de raíz cultural, al provenir de un éxodo británico que, además, arrasó con los pueblos autóctonos de su nuevo territorio; segundo, la Gran Depresión de 1929, que puso en tela de juicio por primera vez su sistema económico ciegamente idolatrado, que creían perfecto [sin llegar al mismo punto, han estado rozando esa misma crisis ahora]; y tercero, la caída de las Torres Gemelas, que les desató una paranoia brutal y les hizo saber que no son invulnerables ni en su propio territorio). Y es trauma no sólo por ser su única derrota bélica auténtica, sino porque, en su afán de no reconocerla como tal, sacrificaron una gran parte de sus jóvenes, que murieron, o quedaron mutilados o gravemente traumados a su regreso indecoroso. Y John Rambo, recién terminada la guerra, muestra cuánta deformación mental sufren los soldados traumados, que padecieron la selva más inhóspita, el cautiverio, la tortura y el escape, en medio de la más atroz muerte por todos lados, de ambos bandos. Y de hecho, una de las primeras variantes entre la novela y la película es que en el libro se resalta mucho que el policía Teasle que persigue a Rambo es también un veterano, sólo que de la anterior guerra de Corea. Por ello, mientras en la película juega un papel fundamental el complejo de pueblerino del policía, en la novela más bien se subraya la intensa lucha por la supremacía entre dos militares, que desarrolla en Teasle una admiración y aun comprensión final hacia Rambo, pese a que nunca deja de sentirse “obligado” a exterminarlo, a vencerlo. De esta manera, en la novela son dos los traumados de guerra, por más que Teasle haya logrado insertarse (sólo aparentemente) en la sociedad a su regreso (también se resalta en el libro que el policía está viviendo el fracaso de su matrimonio y el abandono de su mujer, y se intuye que los trastornos de personalidad por ese trauma los ha propiciado). El resto de la población de la pequeña provincia donde transcurre la novela se vuelve entonces mera víctima accidental de esta confrontación de orgullos militares, aunque subyace todo el tiempo que uno no deja de ser el espejo (más viejo, solamente) del otro. Todo esto la película lo ignora completamente, como muchos otros detalles, incluyendo la muerte final de ambos, que se omite para previsibles secuelas de la película. ¿Qué significa esta nueva omisión?: que en la película Rambo no es tan derrotado como el policía, sino un héroe de signo contrario, un mártir, a manos de una autoridad obsesionada, pero al que se vence con una habilidad y resistencia tan extremas, que se vuelve una máquina de matar ridículamente invencible. La novela, en cambio, muestra cómo esa demencia no puede tener otra salida que el fracaso final, y aunque en ese sentido también lo ve como un mártir, no es a manos de un policía acomplejado, sino de un sistema que enajena a su población en pro de sus intereses económicos ocultos, gracias a la patriotería y la megalomanía de cómic, en un deseo de ser, como dice Arturo Meza, policía del mundo, autonombrado y sin autoridad ética alguna. De esta manera, si bien la novela de Morrell no posee mayores méritos artísticos (basta compararla con obras bien logradas de temas similares, como Taxi driver de Martín Scorsese y Born on the fourth of july de Oliver Stone), igual hace un intento de autocrítica de la enferma sociedad estadounidense y sus autoridades, que la película no sólo suprime completamente, sino que de hecho hace lo contrario, en el patético discurso final de Rambo (que no aparece en la novela) ante el capitán Trautman, su antiguo jefe militar amigo (que en la novela no sólo no llega por sí mismo, al ser llamado por Teasle, sino que ni siquiera conoce personalmente a Rambo, y de hecho es quien lo mata al final), una perorata que pretende justificar la presencia militar en Vietnam, y quejarse del trato de asesinos de niños y mujeres que recibieron a la vuelta, como si fuera falso. Por ello, la película deforma el mínimo sentido de la novela, y vuelve a Rambo un héroe moderno y supremo, un símbolo de esa megalomanía insoportable que al final igual triunfa, y no la original víctima de un sistema enfermo, expansionista y ambicioso, pero que tampoco tiene defensa alguna, pues se dejó manipular y sirvió a esos intereses sin piedad, por lo que su derrota es inevitable.
Atinadamente, el trío de compositores españoles Joaquín Sabina, Antonio Carmona y Javier Gurruchaga ironizan sobre esta versión cinematográfica facilista y obvia de Rambo (la verdadera conocida en todo el mundo), en la canción homónima que conocemos en versión del grupo ibérico La Orquesta Mondragón. El tratamiento es más bien minimalista, porque así es también el paupérrimo sentido crítico que creó a este Rambo de folletín moderno y bélico. Por ello, la letra de Rambo se sustenta en una simple sucesión de exclamaciones cada vez más ridículas e ignorantes, propias del consumidor tipo de las películas de acción, una masa acrítica y manipulable (como tan bien mostró Ortega y Gasset en La rebelión de las masas), que ha aprendido no sólo a evadirse, sino a perder toda capacidad reflexiva, y a asumir la versión oficial sin el más elemental filtro cuestionador. Ese Rambo que no es más que el símbolo del gringo ególatra, se inserta en la idolatría del tercermundista aspiracional, en esa relación de amor-odio hacia el país del norte, ante el que igual se siente inferior en el fondo, aunque sea bajo el discurso patriotero del 16 de septiembre (en el caso mexicano), en esa fallida ceremonia de autoafirmación nacionalista. Por ello, si el español, que podría ver al gringo con una sensación mucho más de igual a igual, también lo resiente, en el caso mexicano la ironía de la rola golpea contundente, sin piedad. Así, aunque en la superficie la letra de Rambo satiriza la personalidad conservadora idiotizada del estadounidense y sus ídolos de barro, en el fondo su narrador proviene del impacto en la visión del mundo subdesarrollado, que se traga el folletín completito, y rompe los ratings de las secuelas y todas las variantes del mismo esperpento, enriqueciendo a los Van Damme, los Steven Seagal, los Chuck Norris, los Stallone, los Schwarzenegger y los Bruce Willis de siempre.
La música de Rambo refleja plenamente el estilo clásico de La Orquesta Mondragón. Si bien, al igual que el rock argentino, el español suele tener siempre un tonito pop algo irritante, sin duda su mayor influencia rocanrolera logra equilibrarlo, y Rambo es una buena muestra de ello. Como suele pasar con el rock del primer mundo, la estupenda calidad de grabación es envidiable (una de las cojeras habituales del rock mexicano), lo mismo que la calidad de sus instrumentistas. Pero sin lugar a dudas es el gran sello distintivo del grupo: la inconfundible voz de Javier Gurruchaga, lo más disfrutable de toda su producción. En el caso de Rambo la potencia, el timbre delicioso y juguetón, las modulaciones y el control absoluto de sus vaivenes le imprimen a la rola un espíritu de deleite total, y hacen que su estilo de aparente liviandad, pero que oculta un fondo muy certero, se manifieste en plenitud. Así, Rambo es un hard rock sabroso y energético (pese a que no posee un ritmo realmente veloz), que explora la crítica, pero desde la ironía, nunca desde el sermón, y a pesar de que la letra no posee grandes ambiciones, su tino propio de cartón de caricaturista es sin duda contundente, al mismo tiempo que se disfruta su ligereza formal y musical.

22 comentarios:

  1. Esta rola esta chida, siempre que la oigo recuerdo cuando de morro veía las primeras peliculas de Rambo,

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  2. Hola, Pinwino.
    Grata nota, sólo una minucia: cuando cites títulos en inglés las palabras principales deben ir en mayúsculas. Sorry por el prurito de proofreader. Anyways, el detallín no le resta valor a tu review.
    Saludos northerncanadians,
    Ricardo Camarena Castellanos

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  3. Estimado Ricardo:
    Agradezco la observación, porque doy por descontado que es bien intencionada. No obstante, creo que esta vez andas errado. Me explico: estos medios nuevos (relativamente) han ido imponiendo nuevos lenguajes, con "reglas" propias, y hasta la supresión de visiones colectivas al respecto, po lo que terminan centrándose en la visión personal, justamente porque permiten una mayor libertad. Para ejemplificar lo primero, lo de las "reglas" propias del nuevo medio, basta recordar que en el lenguaje del e-mail las mayúsculas significan "gritar", una nueva convención que surge sin tomar en cuenta en absoluto lo que dicta la academia para los textos tradicionales. Lo segundo, lo de los usos francamente personales, tiene que ver con que la pantalla y los recursos multimedia vuelven al ciberespacio un medio mixto, que incorpora lo visual y sonoro, y no sólo los textos. Por ello, se han usado prácticas más propias del diseño gráfico, por ejemplo (sólo minúsculas, sólo signo de interrogación de cierre, mayúsculas en la letra inicial en cada palabra, mayúsculas y minúsculas alternadas o mezcladas en algunos tipos de letra, etc.), nada de lo que la academia acepta en los textos tradicionales. Pero de hecho esto no es sólo propio del nuevo medio: basta revisar, por poner un ejemplo, usos similares en "De perfil" de José Agustín (palabras juntas, apodos o caracaterísticas por nombres, mayúsculas y cursivas sin sujeción a la regla, etc.). De este modo, estimado Ricardo, al decidir participar en este medio, varias de mis decisiones tomaron más en cuenta el aspecto visual del blog que el apego irrestricto a la academia. Un ejemplo: sabiendo que los títulos de los cuentos deben ir entre comillas, y no en cursivas, decidí igual usar cursivas, para ayudar a la diferenciación visual de los títulos en el cuerpo del post. Otro ejemplo, muy fácil de constatar: decidí resaltar en negrita todo nombre propio, no sólo porque me permite hacer énfasis en los personajes notables del rock y el arte en general, sino simplemente porque me gusta cómo se ve. Como no estoy publicando un libro, ni entregando un ensayo en el aula, y comprendiendo las libertades del nuevo medio, me he permitido hacerlo. Por ello, y con el mismo respeto que noto en tus palabras, te digo que (salvando las distancias, obviamente) tu señalamiento equivaldría a "corregir" a José Agustín en sus recursos estilísticos mencionados, o regañar a e. e. cummings por no usar correctamente las mayúsculas en su nombre...
    Por otro lado, estimado Ricardo, suelo subrayar a mis alumnos que un rasgo mínimo de sabiduría es saber medir al interlocutor, para que no terminen mereciendo la frase "con quién crees que estás hablando". He contado mi formación profesional e historia laboral, que incluye, como he dicho, la corrección de estilo. Eso no significa que sea incapaz de cometer un error de redacción (como puede ocurrirle a cualquiera), pero sí lo hace mucho más difícil. Por ello, ten por seguro que ninguna de estas "alteraciones" de lo establecido como correcto provienen de la ignorancia de las reglas del estilo.
    Por todo esto, estimado Ricardo, y de nuevo con todo respeto, creo que el "prurito" que mencionas corre el riesgo de convertirse en un academicismo cuasifundamentalista. Y lo sé porque, por esa misma formación señalada, es también una de mis deformaciones profesionales más potenciales. Así, aprovecho este intercambio de comentarios para invitarte a cuidarnos de ese precipicio permanente, partiendo por la mínima lucidez de saber diferenciar la exigencia del trabajo estricatemente profesional, del disfrute mucho más libertario del blog, que por mucha intención que pongamos en enriquecer su contenido, no deja de estar mucho más cerca del mero entretenimiento.
    Muchos saludos.

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  4. Pinguino libertario:

    con el respeto que me mereces, y antes de que me digas que éste espacio es del absoluto goce y que bla bla bla bla, publicarás cuando te venga en gana, jaja, reclamo aquí el que cada día tardas más en presentar actualizaciones en tu blog, no es justo, tienes lectores en espera y te haces esperar como aseguradora de autos, jajaja, por favor, sigue con el ritmo que te caracteriza...

    fiel admirador del pinguino y del guasón

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  5. Ja, ja, qué más quisiera, estimado Anónimo (y por cierto, nunca respondería así de grosero, ¿eh?). Lamentablemente no está en mis manos publicar más seguido, porque escribo sólo en mis, cada vez más escasos, ratos libres. Es por la inmunda chamba, qué le voy a hacer... Y simplemente no hay posibilidades de hacerlo más seguido. Pero apenas tengo un rato libre, sigo redactando y planeando entradas, así que ten por seguro que si llegan a aumentar esos ratos libres, incidirá en la mayor continuidad del blog. Por ahora, y como te digo, no me ha sido posible. Ni modus...

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  6. Pinwino, gracias por la esmerada respuesta a mi cuadifundamentalista acotación de un par de minutos. Ahora sólo déjame convencer a los 375 millones de angloescribientes, aunados a los otros tantos 375 millones de postizos angloescribientes, que junto con el 80% de usuarios de la internet que solemos comunicarnos en inglés, de que tienes tus muy, pero muy personalísimas razones (ojo, no quiero decir precisamente ) al interior ("afuera tú no existes; sólo adentro..." canta por allí el Caifaguar Mayor)de tus libres y soberanos escritos. Recuerda que cuando no hay nada alrededor, ontológicamente lo único pareciera ser el . Adelante con tu estilo y tu convicción; es inofensiva (y pérame, que orita mismo voy y convenzo a los editores fundamentalistas de Rolling Stone y otros medios del showbizz que andan errados ((y herrados))...no tardo)
    Reciban tú y tus lectores un saludo cordial de Ricardo Camarena Castellanos.

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  7. PD* Jiar, Jiar! Quedó cantinflera la réplica por insertar las palabras "la Razón" y "el Todo" entre comillas tipográficas. Machetazo a proofreader de pruritadas! Un nuevo saludo respetuoso, Pinwino, y, please, haz todo lo que quieras en clase pero, por todos los dioses de todas las denominaciones, no alecciones alumnos: luego acaban o de sicarios o de candidatos presidenciales.

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  8. Estimado Ricardo:
    Para ser franco, no sé si entiendo tu primer comentario. Apegándome estrictamente a tu propia frase, quizá a eso se debe que no me guste Cantinflas (salvo por "Ahí está el detalle"), y prefiera mil veces a Tin-Tán (que, por cierto, se pitorreaba de las reglas gramaticales, tal como lo imponía su papel actoral, en un ejemplo más de la importancia del medio, el fin y el contexto en que se usan)... Como no comprendí del todo tu comentario, no me atrevo a responder. Por lo pronto, aclaro que al menos yo no pretendo convencer a nadie de nada. Créeme que esa ingenuidad la perdí hace demasiado tiempo. En todo caso, la famosa regla mencionada no es del inglés, sino del español cuando se cita un título en inglés. Por eso, y porque no soy anglohablante, tampoco me interesa convencer a los que sí lo son total o parcialmente, ni en internet ni en ningún lugar. En todo caso, me alegra que mi convicción resulte "inofensiva", porque la ofensa es lo más lejano a mí. Por último, los textos y las ideas aquí son míos, pero tengo muy claro que al ponerlos en un medio público quedan expuestos a toda opinión, así que no reclamo soberanía alguna sobre ellas. Lo que sí pondero es que toda opinión implica mí derecho a réplica, que intento sea bien argumentada y resptuosa, sin que eso afecte la claridad ni la firmeza. Y obviamente espero lo mismo. Insisto en la diferenciación entre medios y contextos. Justo por eso nunca he comprendido los que esperan gran contenido en el entretenimiento. Yo prefiero comer papas fritas, sin rabiar porque no son nutritivas. ¿Realmente tendría sentido pretender otra cosa? A mí no me lo parece. Por ello, si alguien considera que una revista formal y profesional como "Rolling Stone" es igual que un blog público, que no genera ganancias al autor ni lo tiene en ninguna nómina, que posee recursos mixtos (como los reproductores de las canciones en los pots), que no tiene valor crricular, y que depende de una sola persona en toda su hechura (el autor), simplemente que no cuente conmigo para rabiar porque las Sabritas no son hígado de bacalao. En una de esas lo acompañarán en su coraje todos los anglohablantes que mencionas, mismos que, afortunadamente, seguiré sin convencer.
    Un saludo.

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  9. Yo también reclamo más frecuencia en la aparición de textos, son muy esperados y muy disfrutados, se lo que esclaviza la "chamba" y más ahora que soy jubilado y dispongo de mi tiempo con entera libertad.

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  10. Mil gracias por tu generosidad de siempre, amigo Ariel. Créeme que seguiré intentando acomodar mis tiempos. La chamba es el principal obstáculo, pero el poco tiempo que queda también hay que repartirlo en familia, amigos, arreglos caseros, compras y trámites, etc., así que realmente no he tenido mucho chance. Qué envidia lo de tu tiempo libre, ya me lo quisiera yo, pero para un trabajador independiente como básicamente soy ahora no hay ni siquiera esa esperanza. Ni hablar...

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  11. Ya estas!! Pingüino, como comentas en la mayoría de los casos ninguna película se acerca al libro, hay veces que viendo la película esta me atrae y leo el libro y me parece muy buena la película, pero cuando lees el libro y después la película siempre se queda corta y confieso que soy un fan de las Palomitas y me gustan todas las películas del Stallone, Rocky son de mis favoritas, maldición.

    Esta rolita esta dos tres, pero no se me hace de lo mejor de la Orquesta Mondragon ni del Rock de España ojala y más adelante pudieras poner algo del Sabina y del Javier Krahe “cuervo ingenuo” me late un buen.
    Un abrazo Pingüino Marínela.

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  12. Cómo no, amigo Margarito, por aquí aparecerán. Aprovecho para recordar alos lectores y a ti que estre nuevo blog ya no tiene el sentido de selección de "lo mejor" como sí tenía el otro, por lo que lo que aparezca por aquí obedece a otro criterio, más relajado. En general, la idea es poner rolas que propicien un tema de reflexión no analizado en otros posts. En ese sentido, tengo muy claro que Rambo no es de lo mejor de la Orquesta ni de Sabina, pero sí me servía para reflexionar sobre la relación directa entre literatura, cine y rock, que es el sentido de este post. Si te fijas, cada post de este nuevo blog tienen un propósito temático diferente, y pretendo que ese sea su sello distintivo, y que lo diferencie del otro blog.
    Un abrazo.

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  13. Siempre que escucho o leo el nombre Rambo me viene a la mente el final de la tercera parte: “dedicada al valiente pueblo de Afganistán”, mismo que invariablemente me lleva al buen Virulo y la letra de sus canción “Los buenos y los malos” donde se refiere a Osama como “un terrorista pero de la CIA”, lo que me provoca una sonrisa falsa ante las contradicciones del Imperio y las ganas de visitar blogs para corregir la ortografía porque la escasez de trolls bilingües así lo requiere.

    Saludos y que tu espíritu académico siempre hable por la raza.

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  14. Mil gracias por el paro moral sobre el debate ortográfico, amigo M.A.R.X. Pero me parece parte de poner las ideas a la consideración pública, y así lo asumo. Peor es lo que me acaba de pasar en los comentarios de la PRESENTACIÓN del otro blog, ahí sí una agresión gratuita e incomprensible. Aunque pensándolo bien, sí la comprendo, porque uno se lo ha topado en la vida cotidiana siempre, y sé los mecanismos oscuros del ser humano a los que obedece. No deja de ser lamentable, pero ya no me extraña, y a decir verdad y por suerte, ya no mina el ímpetu por el trabajo, pues igual uno se curte.
    En el caso del desacuerdo con el buen Ricardo no se trata de lo mismo, o eso espero. Pero igual se agradece el paro moral, sin duda.
    Un abrazo acarnalado, y gracias de nuez.

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  15. Hey, Mis estimáuseres, no se pongan proles, que el debate devoto no debe ser de bota, ni de votos, sino de bat y de batirse por las convicciones malditas que nada valen. Camaradas no filarmónicos, cábulas de dicho blog (parafraseando a López cuando canta a la conductora con charola de la Federal, wacha) no se apasionen de una proofreadita sabrosona y sandunguera, que no es una pro-diarreíta recontrarepampanantefundamentalista!
    Pinwino estimado, no hay moros con tranchete ni académicos sin retrete; sólo lectores atentos a lo que brota de tu ronco keyword.
    Si expones tu escritura (de cualquier calibre, no se me ponga ni Chorreado ni PepeElTorino ante Rolling Stone, tampoco, eh?) aguántese como los machos, los mechas (de los petardos), las michas (fifty, fifty), las mochas (academias) y las muchas críticas (mamazetamente hablando). No me hagas pensar en un AMLO con cara de inquisidor intolerante (y en eso sí me perdonas, pero hablas con un megaexperto en Santos Oficios y Orificios) ante una crítica X de un Javier Sicilia en foro público. Tus textos siempre se disfrutan muchísimo, pero por lo mismo, merecen la siempre higiénica cortesía de replicarse, revolcarse y salir limpios y emplumados del pantano de la grilla bloguera, pero no de plano empantanarse y salir desplumados de incoluminidad. Te aguantas (bis): eres pública figura, pambazo o telera, pero te leerá siempre quien te puede poner el dedo en la llaga o la daga en el cuello.
    A'ndile: Arriésguese a manchar el blanco virgíneo de la pantalla (bue, en tu blog es negro, actually) con su prosa que por muy blanca que anochezca, no deja de tener manchón temprano.
    Cuenta entonces con otro, mi humilde paro moral (ya me PepeelToreé tambor, jijos), cuando de leerte a placer cotejando troveros y letreros se trata.
    Un abrazo a ti y a tus fieles lectores (me incluyo) y ya démosle la vuelta al disco, sorry, al iPod. Es un Tiempo de Híbridos, profetizó el Big Nopal.

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  16. Por mi parte, estimado Anónimo, ya todo está dicho en mis respuestas. Para terminar, y para citar también a López: "si es por mí, pos no hay fijón".
    Saludos.

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  17. Años buscando esta canción!! mil gracias por compartirla!

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  18. Gracias a ti, estimado Glen, y que sigan tus visitas y comentarios por estos lares.
    Muchos saludos.

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  19. Hola Pingüino. Ayer estaba buscando cantantes españoles y YouTube me recomendó "Agradecido"de Rosendo Mercado, canción que tenía sepultada en la memoria. Obviamente me llegó la curiosidad: "¿qué opinará el buen Pinguino de este músico?" ¿Qué opinas, pues? ¿Te gusta algo de ese cuate?
    Saludos.

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  20. A este sí que no lo conocía, amigo Daniel, así que no puedo opinar realmente, porque una sola rola no hace verano, habría que conocer más ampliamente su obra. Pero bueno, opino entonces sólo de la canción que señalas, y digamos que me gustó un poco, pero no me entusiasmó. No sé si la relación sea tanta, pero de inmediato me vino una rola española a la mente de ritmo similar: "Voy en un coche", de Cristina y los Subterráneos, y si comparamos el nivel de la letra en uso de lenguaje, la de Cristina le da mil vueltas. Y ni hablar de Sabina, Krahe, la Orquesta y otros españoles muy superiores. La rola de Rosendo me sonó un poco a Roberto González, pero prefiero mucho más a éste. Así que, en resumen, me gustó, pero con lo justo. En todo caso, te agradezco darme a conocer un músico que no ubicaba. En una de esas le echaré un ojo a otras rolas suyas, a ver si me cambia la opinión...
    UN abrazo.

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  21. Hola Pingüino. ¿Te gusta Patxi Andion? Si sí, ¿algo en particular de él? Saludos.

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  22. Saludos, amigo Daniel. Eso ya lo respondí en los comentarios de "La última neurona", así que ahí puedes checarlo.
    Un abrazo.

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