23 de septiembre de 2011

BLUES DE LA NUBE


Letra y música: Enrique Quezadas (aunque al parecer participaron en la letra Carolina Rivera y Fernando Sariñana, pero no tengo los créditos exactos a mano).
Intérpretes: Enrique Quezadas, Betsy Pecanins y Kiko Bandido.
Disco: Banda sonora de la película Cilantro y Perejil.
También existe una versión muy reciente de
La Orquesta Mondragón, en dúo con Betsy, en el disco El maquinista de la general del grupo español.




Ya te lloré como nube,
te di mi corazón,
envuelto para regalo
con todo y pasión.

Me desperté con tu ausencia.
No me has llamado hoy.
La cama esta fría,
le falta tu calor.

No quiero andar por las ramas:
tu cuerpo es mi sinrazón.
Te firmo lo que tú quieras;
estoy que me muero,
¡hazme el amor!

La noche en mi ventana
te quiere ver junto a mí;
las ganas bien afiladas: soy de ti,
no puedo ni dormir.

Siempre preguntas qué siento;
yo ya no sé qué decir.
Ya hasta fui a ver al psiquiatra,
a ver si me explica
qué quieres de mí.

Nunca preguntas qué siento,
qué sueños viven en mí.
Ya me leyeron las cartas, y es así
la vida junto a ti.

He señalado que, en general, cuando se crea a petición, los resultados suelen ser pobres, precisamente porque la obra de arte ya comienza con limitantes que no forman parte de su naturaleza libre. Y lo sostengo. Puse el ejemplo de las canciones que hizo Guillermo Briseño para el programa de televisión Nexos, sin duda muy inferiores a sus canciones sin propósito forzado. No obstante, las excepciones existen, obviamente. E incluso hay auténticos expertos, que centran su vida en las creaciones a petición. De hecho, en la pintura ha formado parte de su historia más determinante: retratos, paisajes, murales, se hicieron por encargo muchos años. Ahí están los murales de la Capilla Sixtina, los retratos de la nobleza, etc. En la música, existe el campo de la musicalización; es decir, música creada para servir a otro fin, especialmente para otra rama del arte, como el teatro, el ballet, y sobre todo, el cine. Por ello, no es de extrañar que uno se tope con música excepcional, escrita especialmente para una trama cinematográfica, para una ambientación precisa, determinada de antemano. Para mí son inolvidables las bandas sonoras de Rosemary’s baby de Roman Polanski, Midnight express de Alan Parker o Taxi driver de Martin Scorsese, por poner algunos ejemplos. Algunas de sus piezas se han convertido en verdaderos clásicos. Pero si la música instrumental, básicamente ambiental, es la más abundante, también destacan canciones hechas para las películas; es decir, con música y letra. Y de hecho existe el Oscar para esa categoría específica.
El cine mexicano moderno ha dado poca importancia a la música. Ni siquiera la ambiental suele usarse, y las películas mexicanas tienden a los diálogos sin fondo, o a los sonidos naturales. Quizá es una reacción contra la comedia ranchera de la llamada Época de oro, en que la música era fundamental, y un número importante de los actores principales solían cantar una o varias canciones, lo que le daba a ese cine un tono sumamente pueril a ratos, liviano, alejado de la realidad. Con el cine moderno, mucho más centrado en la marginalidad cruda y básicamente urbana, se pasó al lado opuesto, y la banda sonora prácticamente desapareció, o se limitó sólo a un tema de apertura y uno de cierre, para los créditos. Pero recientemente eso ha cambiado una vez más, y la banda sonora ha vuelto a tomar importancia, en películas como Amores perros, Amarte duele y otras. En un principio, se tomaron canciones ya hechas; es decir, no compuestas específicamente para la película, sino incluso de varios años anteriores. Después se mezclaron con las mandadas a hacer especialmente, y después, poco a poco, se ha ido optando por encargar música especializada. Películas como Lola de María Novaro, ¿Cómo ves? de Paul Leduc, Un toke de roc de Sergio García y Ciudad de ciegos de Alberto Cortés volvieron central el papel de la banda sonora rockera, por estar ligadas con el rock mexicano en su trama misma. Pero aún las que no, fueron incorporando canciones de rock para distintas escenas. Este último caso es el de Cilantro y perejil de Rafael Montero, y la canción Blues de la nube del exintegrante de MCC y Nota roja, Enrique Quezadas, incluso ganó el Ariel a la mejor canción (que ganó además el de la mejor música de fondo escrita especialmente para una película), en un caso inédito en el rock mexicano. Pese a que Quezadas se ha ido últimamente por el terreno de la trova, en Blues de la nube es indudable la influencia de su pasado rockero, y de hecho la rola no se va por el terreno habitual en él del progresivo basado en teclados, sino que vuelve a la raíz, en un blues tradicional, que incluye la guitarra electroacústica con slider adornando la base de piano, muy a la Big Mama Thornton. Por ello, la melodía no intenta grandes innovaciones, sino que homenajea el sonido clásico del delta del Mississippi, pero con toques más modernos en la ejecución pianística del propio Quezadas. Para tal rescate, no había decisión más acertada que acudir a las mejores voces blueseras del país: la femenina de Betsy Pecanins y la masculina de Francisco Rodríguez, mejor conocido como Kiko Bandido, por el extraordinario grupo de la época de Avándaro, del que fue vocalista. Y ambos cantantes dan una lección de control vocal realmente impactante, con esos timbres únicos, contundentes, juguetones porque pueden hacerlo todo, abarcar cualquier vaivén, cualquier bajada, cualquier síncopa. Por ello, el arreglo y la ejecución de Blues de la nube alcanzan una de las alturas más notables en la irregular historia del blues nacional, raquítico, ciertamente mediocre, salvo por las honrosísimas excepciones tantas veces mencionadas (Real de Catorce, Briseño, Nina Galindo, etc.). Absolutamente simbólico de esta realidad mediocre del subgénero en México el que una canción hecha para cine, y que, por lo tanto, no está absolutamente centrada en su significación como canción por sí misma, sea una de las más meritorias…
Como el espíritu de la letra es el conflicto de pareja, justo porque es también el de la película, Quezadas arma este dúo de incomunicación, casi de opereta, para reflejar la ridiculez en que se convierten las relaciones amorosas contemporáneas, entre las necesidades de sobrevivencia, las exigencias, las frustraciones, y los reproches que ponen en evidencia cómo cada uno piensa en sí mismo antes que en el otro o en la relación. Pero el tratamiento de la rola coincide con el de la película también: se van por el humor liviano, lúcido y disfrutable, aunque sin gran trascendencia. Por ello, la letra no sólo es casi absolutamente transparente (con excepción de la prosopopeya “la noche en mi ventana te quiere ver junto a mí” y la comparación “ya te lloré como nube”, que no dejan de ser simples), sino que resulta francamente pobre. No obstante, esa limitación tiene un espíritu: asemejarse al del blues amoroso más tradicional, de melancolía pura, sin refinamientos, que tiene poco alcance, el del desahogo momentáneo y nada más, casi en secreto, casi para uno solo. El aporte de Blues de la nube está sin duda en la música, porque además de las riquezas del arreglo y las interpretaciones vocales, Quezadas inserta un par de recursos melódicos más propios del bolero, como esa bajada en semitonos de tres acordes menores, después del paso a la tercera mayor. De esta manera, el dúo vocal adquiere más sentido, y la rola entera se contagia de ese aire de bolero de arrabal, por lo que la transparencia de la letra se compensa, adquiere lógica, aunque a mi juicio no lo suficiente para volverse un gran blues. En ese sentido, y por poner un ejemplo, su pariente cercana, Llévate lejos tu blues de Roberto Ponce, interpretada por Nina Galindo, resuelve mejor su conflicto con la letra transparente, e incluso más catártica. Pese a ello, y gracias a los méritos mencionados, Blues de la nube igual es muy disfrutable, y ha pasado a ser un clásico, muy por encima de composiciones de supuestos “especialistas” del género en México. Un deleite, que nutre poco, pero igual se goza.


6 comentarios:

  1. Creo que la obra de arte "por encargo", es un arma de dos filos, puede resultar impersonal, sin inspiración y hueca, pero también puede significar un reto y una motivación para que el artista ponga en juego todos sus recursos y los adapte al gusto del "cliente".

    ResponderEliminar
  2. Coincido, amigo Ariel. Igualmente me parece que los casos bien logrados siguen siendo más bien escasos. Quizá las musicalizaciones sólo instrumentales resultan más que las canciones...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. De acuerdo estimado Pingüino, con los escasos casos de Sountracks para películas, pienso que también tiene que ver con los productores, directores de las mismas, ahí tienen “las 100 mejores canciones del rock nacional” para escoger buenos pasajes musicales o encargarles algunas, muy difícil.

    Sobre esta rolita la neta está muy light, se parece que la hubiera hecho ese gran Rockero de “sexo, pudor y lagrimas”, tiene lo suyo pero para mi gusto está lejos de muchas de las composiciones del Real de 14 y del Ponce.

    Aquí dejo una rolita de grupo Ginebra Fría, espero te guste tiene los suyo.
    https://rapidshare.com/files/2036225742/ginebra_fria_-_plegaria.mp3

    Plegaria

    Hoy señor, quiero hablar contigo
    se que eres buena onda
    y me escucharas
    mis estúpidos amigos
    me dijeron que la onda era monda y bironda
    en el puro reventón
    y a partir de buenos toques pasidrines y actedrones
    valiums para relajar, ciclones para despertar
    si las cosas iban mal y no había ni pa´ un alcohol
    nos metíamos de postre un sabroso y rico flan

    ayúdame!! escúchame!!
    se que una palabra tuya me alivianara
    escúchame!! ayúdame!!
    se que una palabra tuya me alivianara

    como siempre no hay trabajo
    que un buen jambo pueda dar,
    pues jalarse para el chuco buena tranza realizar
    ya sabes lo que les gusta ya sabes lo que prefieren
    buena mota sin semilla
    buena coca y buen arpón
    por eso que estoy guardado
    con el cuerpo calentado
    con picana y con pozole
    y uno que otro tehuacán

    ayúdame!! escúchame!!
    se que una palabra tuya me alivianara
    escúchame!! ayúdame!!
    se que una palabra tuya me alivianara

    y po´s que bueno que no tuvimos esa vida, y un chido aliviane para los que si.

    Un abrazo mi buen Pingüino,

    ResponderEliminar
  4. Mil gracias por el aporte, amigo Margarito.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Qué tal Pingüino, ahora por acá te pido tu opinión sobre esta pieza:
    https://www.youtube.com/watch?v=LRKHxRZoTmg
    Te lo pregunto aquí porque según leí, es música expresamente hecha para una película (el documental "El informe Toledo", que no he visto). Bueno, escuché esa música en Radio UNAM, me intrigó, me gustó y quería saber qué opinas.

    ResponderEliminar
  6. Me gusta, pero no demasiado, porque incluso me suena al estilo de las bandas sonoras setenteras del cine liviano (aunque con mayor lógica clásica), así que no resulta nada nuevo. Pero igual es una opinión parcial, porque su valoración dependerá mucho de su contexto en la película. Si sólo es el tema de apertura o de créditos finales, no me gusta mucho, la verdad...
    Saludos.

    ResponderEliminar