30 de noviembre de 2013

ESQUELETO


Letra, música e intérprete: José Luis Campos, Choluis.
Disco: La estufa de carbón.



Yo no sé cómo te saliste de mi cuerpo;
¡huy, querido esqueleto, ahora me siento hueco!

No soportas el recuerdo de la chava que anda lejos;
quieres ir a buscarla y colgar en un gancho mi pellejo.

Pero todo es en vano, mi querido esqueleto:
ella nunca volverá.
De nada sirve doblar mi cuerpo y guardarlo en el ropero,
y aunque te vistas de rocanrolero,
no la vas a apantallar,
ella nunca volverá,
ella nunca volverá…

Ella estuvo aquí conmigo hace muchos, muchos versos;
prometí amarla hasta la médula de los huesos.

Y sólo tú te la has creído, mi querido esqueleto.
La quieres encontrar;
de nada vale tirar mi carne en la red de trapos viejos.
Y aunque le ofrezcas algún hueso muy bueno,
no la vas a apantallar,
ella nunca volverá,
ella nunca volverá…



Como señalé en el post anterior, José Luis Campos, Choluis, también rondó las huestes del movimiento rupestre. No como parte de los grupos Trolebús o La calle de la amargura, donde evidentemente hacía rock urbano, sino en su carrera solista, que incluye una impresionante cantidad de demos grabados en Radio Educación, llamados Las descarriadas, y sobre todo su grabación ya profesional La estufa de carbón. Ya en el otro blog señalé los excesos humorísticos de Choluis, que muchas veces han malogrado su innegable inteligencia, en aras de asombrar y hacer reír a toda costa. Algo que, es justo decirlo, no sólo le ocurre a él, sino que es la orilla de precipicio sobre el que se aventura toda obra cómica. Pero también señalé lo atinado que resulta otras veces, cuando encuentra un mayor equilibrio entre ese afán y un fondo de mayor alcance, lo que uno puede ver en rolas como la analizada Atletic Tepis, y también Demonio de la urbe, ¡Chin, pum, cuas, cuas!, Córtate esas greñas o Esqueleto
Esta última es una plena canción de desamor, pero tratada con ingenio y originalidad. ¿La contradicción es incómoda? Curiosamente no, porque mucho del sentido amargo lo da la línea melódica de la canción, un tanto sombría, pese a que el arreglo de la versión de La estufa de carbón (se conoció antes la del demo para radio) sí que suena desajustado, con una pretensión efectista propia del progresivo acústico, pero que inevitablemente choca no sólo con la esencia igual humorística de la letra, sino con el timbre vocal de Choluis, poco propicio para un arreglo solemne. Supongo que trató de acomodar su timbre, pero creo que, por su naturaleza sonora, está más allá de su control. Quizá Choluis trata de luchar contra esa condición natural, pero por desgracia vive el mismo impedimento que un actor de cara “chistosa” que no convence en papeles serios, o uno muy alto y fornido que deba hacer un papel de personaje frágil, etc. Tal vez por eso resulta más atinada la versión del demo original, sólo a guitarra acústica y voz, en lugar de esos efectos atmosféricos que le imprimen un toque demasiado oscuro, que sí choca con la letra. No por nada una forma de la sabiduría es la conciencia de los límites propios. Pero aún así, Esqueleto es de lo mejor de Choluis, porque detrás de esa variante humorística de la alegoría, que define la canción, en el conflicto entre su razón (representada por su carne y piel, externas) y su impulso amoroso (representada por el interior mayor, el esqueleto), subyace un dolor ante el fracaso, ante la imposibilidad de olvido; un dolor que sí logra expresar y hacer sentir en su escucha, de modo que en este caso el humor no se da por el humor mismo (que es cuando Choluis falla), sino que se resalta su función como mecanismo de defensa ante un sufrimiento de fondo, mucho más trascendente. Y la consecuencia es que el escucha no sólo logra mayor identificación, sino que lo hace de manera más sensible, lo que asegura completamente la función catártica que busca tener una rola de este tema. Al final, el inteligente recurso de la diatriba contra el esqueleto propio, terco en su sueño imposible romántico, muestra lo que en realidad es: esa autoreprimenda que uno tanto conoce cuando se aferra, cuando la adicción al otro, completamente autodestructiva, y la falta de aceptación del fin de una relación se atascan en una autoestima muy malherida. ¿Acaso este fondo no posee, entonces, mucho más importancia que lo que una rola sólo “simpaticona” puede dar? Cuando Choluis logra mostrar esto, es cuando su nivel alcanza lo que muchas veces sólo promete. Y la maravilla es que el humor igual está ahí, algo que Cervantes, Rabelais, Joyce, Ibargüengoitia, Arreola, Woody Allen, pero también Jaime López, Rockdrigo, Mamá-Z y tantos otros artistas han demostrado suficientemente.