13 de julio de 2013

EL VIEJO RIP


Letra y música: Rodrigo González, Rockdrigo.
Intérprete: Qual.
Disco: Sin editar en disco, grabada para Radio Educación. También hay por ahí una versión del mismo Rockdrigo, pero la calidad de sonido es tan mala, que por eso preferí usar esta versión.




Tuvo un sueño tan bello, un sueño increíble 
de corte gigante;
un sueño inverosímil, algo pedante,
un sueño agobiante,
que no quiso despertar,
no lo quiso soltar, ni dejar matar
por la almohada embriagante.

Sus ojos no se abrieron, labios no se movieron.
oídos sin oír;
en la cama tendida estaba una mentira
que se hacía porvenir.
Como el viejo Rip,
como el viejo Rip,
como el viejo Rip
pasó muchos años soñando los mundos 
[a] que quisiéramos ir.

Y así fue que, soñando, soñó que dormía,
y soñaba despertar;
y como si nada, después de mil años
lo vieron bostezar,
y cuando miró
todo había cambiado, ya era otro lado,
era otro lugar.

"Es tan sólo un sueño", pensó en sus adentros,
y se volvió a acostar,
a ver si soñando podía de nuevo
volver a ser real,
y alguien preguntó:
“¿seremos acaso el sueño de un perro
en un anillo lunar?”.
Como el viejo Rip,
como el viejo Rip,
como el viejo Rip
creyó que el sueño era lo real,
como el viejo Rip,
como el viejo Rip,
como el viejo Rip…


La relación que tiene el rock con la literatura es de las más solidas y recurrentes. Primero, porque varios de sus exponentes son también escritores, sobre todo poetas, y varios han publicado libros (ya en un post del otro blog mencioné a Guillermo Briseño, Jaime Moreno Villarreal, Eduardo Langagne, los hermanos Gerardo y Jorge Meneses de Lucerna Diogenis, Fabio Morábito de Barburia, Carmen Leñero, Arturo Meza, y también hay que añadir a Agustín Aguilar de Mamá-Z, que estudió letras y ha sido profesor, y hasta el mismo Jaime López, que ha escrito narrativa y ha publicado sus letras como poemas, entre varios ejemplos más del rock mexicano, además de casos como Patti Smith y Jim Morrison en el rock en inglés, y de otros ritmos podríamos añadir a Vinicius de Moraes y algunos otros). En segundo lugar, porque varios letristas de rock poseen la suficiente calidad literaria como para considerar sus obras de alto valor poético, como Bob Dylan, Ray Davies de los Kinks, Justin Hayward de Moody Blues, Crosby, Stills & Nash, y un larguísimo etc. (basta ver los extraordinarios ejemplos que aparecen en la pequeña antología La poesía en el rock, de Juan Villoro), además de casi todos los letristas que aparecen en el otro blog, hablando del rock mexicano. Pero en tercer lugar porque también hay canciones que se basan, inspiran, satirizan, hacen homenaje o refieren a obras literarias concretas. Quizá el ejemplo más logrado es White rabbit de Jefferson Airplane, sobre Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol, pero asimismo podríamos citar mucho ejemplos más. De hecho, mi propio y autoirónico nick lo tomo de una canción de John Lennon, I am the walrus, que está inspirada en la parte conocida como La morsa y el carpintero, de otra obra de Carrol: A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, y que por cierto Lennon había entendido mal, como reconocería después (se supone que el Pingüino elemental que se menciona en la rola se refiere al poeta beat Allen Ginsberg, aunque toda la rola es casi escritura automática surrealista, y hecha de fragmentos sueltos, unidos a propósito para hacerla indescifrable). Incluso varios nombres de grupos de rock se refieren a obras literarias, como el de los Doors, que alude al libro Las puertas de la percepción de Aldous Huxley y a un poema de William Blake
Como suele ocurrir en muchos otros aspectos por su sello más conformista y marginal, el rock mexicano no ha basado muchas rolas en obras literarias, y la mayoría de las veces las alusiones son leves e indirectas. Ya mencionamos Ay, Inés de Jaime López sobre el personaje literario de Don Juan, y también podemos añadir Conejo blanco de Jaime Moreno Villarreal, inspirada en una leyenda prehispánica. Pero un caso curiosísimo es El viejo Rip de Rodrigo González, el buen Rockdrigo. Esta canción es una de las que dejó inéditas, y supongo que será de sus últimas composiciones, porque el error gramatical que contiene (y que intento corregir con la palabra faltante entre corchetes) me da la impresión que estaba todavía en proceso, en pulido estilístico (sólo lo supongo, aclaro). En todo caso, la letra sorprende en muchos sentidos. Primero, porque nunca antes hizo una referencia literaria tan marcada. En este caso, Rockdrigo retoma el cuento ya clásico Rip Van Winkle del escritor estadounidense Washington Irving, cuyo protagonista duerme por muchos años, y regresa ya viejo a un mundo absolutamente incomprensible (el tema del sueño fantásticamente prolongado aparece también en otras obras artísticas, desde el cuento de hadas La bella durmiente, de los hermanos Grimm, y también una versión de Charles Perrault, hasta la película El bulto de Gabriel Retes). En segundo lugar, la letra sorprende porque de alguna manera tiene un cariz diferente al resto de la obra de Rockdrigo, un tono un tanto más serio, más filosófico, que se nota al fondo. No es que no lo haya logrado antes, en canciones como No tengo tiempo (de cambiar mi vida), Rock en vivo, Si acaso y Algo de suerte, pero aquí no es la construcción metafórica osada lo más significativo, como en esos casos, porque su lenguaje es transparente (incluyendo la licencia de las rimas fáciles de verbos y adverbios terminados en -mente, que en este caso no logran afectar demasiado la rola); en El viejo Rip uno queda con la impresión de que la lectura de la obra de Irving tuvo un impacto profundo en él, quizá como ninguna otra, pero más allá de esta mera especulación, sin duda Rockdrigo retoma un cuento que posee un fondo más bien satírico (Rip Van Winkle se queda dormido sin desearlo, pero en un paraje al que suele ir para escapar de los infinitos reproches de su esposa, y al regresar, en medio de un mundo agresivo por desconocido, el primer alivio será que esa esposa ya no está viva), y lo transforma en una reflexión ontológica, más cercana a Descartes, Calderón de la Barca o Heidegger (guardando las proporciones, obviamente). Es decir, el mundo agreste en el personaje filtrado por Rockdrigo es el cotidiano de cualquier época, y no el local y doméstico de Irving, por lo que su reflexión es mucho más profunda, resumida en el mejor verso de la rola: “¿seremos acaso el sueño de un perro en un anillo lunar?”, que suena a la duda metódica cartesiana, al conflicto de realidad-irrealidad de Calderón y a la incertidumbre de Heidegger entre el ser y la nada. De esta manera, Rockdrigo crea (o hace un símil) un nuevo Rip Van Winkle, contemporáneo, con las angustias modernas, y eso imprime a la rola una originalidad de hecho superior a la habitual en él, ya de por sí amplia, y de esta manera nos lega un hallazgo de inteligencia, sensibilidad y búsqueda poética y reflexiva impactantes.
Por el lado de la música, aunque se trata de una pequeña balada rupestre (ligeramente más rítmica en la versión del autor), la línea melódica es muy grata en su sencillez, cálida, que tiene tintes juglarescos (no puedo evitar imaginármela con un arreglo de tintes medievales, tipo Arturo Meza en Anael o Eterut, que esa estructura de acordes sugiere, muy adecuados para el tipo de personajes del cuento de Irving, que, aunque son más modernos, incluyen esos magos, casi gnomos, dueños del licor que provoca el sueño en Rip Van Winkle), y que le dan a la rola una atmósfera misteriosa, pero no oscura, sino un tanto mística, sin que sea densa; es decir, un aire bastante bien equilibrado, muy acorde al espíritu de la letra (lo que no era nada fácil con una letra tan especial). Por fortuna, Fausto Arrellín logra interpretar muy bien las rolas de Rockdrigo, sin imitarlo, conservando su propio estilo, lo que tampoco es fácil. La versión acústica del grupo Qual saca adelante la rola sin grandes pretensiones, acudiendo al minimalismo de un par de guitarras acústicas, una de Fausto y otra de Paco Acevedo, más las muy discretas percusiones de Adrián Gasca, lo que conserva mejor el aire rupestre de la rola.
De este modo, El viejo Rip es una sorpresa múltiple, enormemente disfrutable, que hay que agradecer no se perdiera en el olvido.